Nota del Editor: Tremendas fotos del tremendo concierto que Los Corrientes, nuestros alter ego musicales, dieron en la sala experimental del teatro Centro de Arte. Retratados por el talentoso ojo de Pipo Klinger, fotógrafo guayaco que se suma a las filas de esta guerrilla del bien llamada Gkillcity.com.
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La noche del viernes el plan era clarísimo: había que estar en el concierto de Los Corrientes. Sabíamos lo que íbamos a escuchar y sabíamos lo que cada concierto de esta banda derrocha: pasión y buena vibra. Con ellos se sandunguea sí o sí. Nos topamos con una banda sólida, con diez integrantes (si siguen así, van a terminar con más gente que la Sonora Matancera).
El concierto empezó con un ligero retraso, lo que no fue nada malo, pues permitió que los asistentes nos pudiésemos tomar unas cuantas bielas en el bar de la pequeña sala y así paliar una de estas primeras noches de sofocantes calores invernales.
Cuando entramos, el público recibió a la banda sentada pero eso no duró ni un minuto. Betoman se apropió de la parte central de la sala, puso a la gente de pie y ratificó que la capacidad que tiene para rapear la tiene también para adueñarse del escenario, del público y regular, a veces más, a veces menos, los tiempos del concierto.
Así que la gente se puso de pie, no quedaba de otra y comenzaron a sonar las canciones que ya todos conocemos.
Música potente, siempre redondeada por esos vientos que lidera doña Pepa. Ya podría decirse que lidera una pequeña facción de la banda, porque a su melódica se ha sumado -hace algún tiempo ya- la trompeta de Trompeta (sí, así como leen) y el reciente trombón de Darth Leo. Hasta para un observador incauto, lo que suena es diferente a lo acostumbrado, seductor y, sí, muy guayaquileño. Es la marca propia de la banda, marcada en la parte musical por Juano, bajista y director musical del grupo.
Con esos ingredientes, parecería que estamos frente a un ritmo diferente, nuevo, autóctono: guayaco.
Guayaco por el desenfado, el calor, la cadencia con que lo cuentan y, además, por lo que nos cuentan.
Es que los Corrientes, además, nos cuentan historias. La de un enamorado que está chiro y no puede mantener a su enamorada aniñada; la de un acosador al que le sacan un boleta de auxilio, pero jura, cual conde de Montecristo, hacer todo lo necesario para cobrar la justa venganza que no es otra que poder partirle las tapas a la denunciante.
Otras letras, algunas de ellas escritas por Gorraion, abogado del grupo segunda guitarra de la banda, marcan una sentido crítico hacia la ciudad, el país y la forma que tenemos de ser. Huir (que, además, musicaliza la Descarga) y Extraños Seres Verdes son, por ejemplo, manifiestos que se rebelan contra «la masa» y la utilización de las personas como medios para fines de terceros, por lo general, los más poderosos. Pasa lo mismo con Evolución o la Balada del Terrorista.
Los Corrientes hablan también sobre el amor y el desamor. De Viejito, es un poema urbano, escrito por Geraré, líder y vocalista de la banda, para su esposa; Gratísimas sorpresa fue la versión unplugged de El Arrepentido, cantada por Ricardo Pita acompañado apenas por la guitarra del gran Gerareé, motor y líder de esta peligrosa banda, pero del bien.
En El Arrepentido, un hombre despechado quiere volver en el tiempo atrás para no haber conocido a la mujer de la que se despide y a la que quisiera, lo dice con todas sus letras, poder matar.
Fue precisamente esa canción la que resultó en la primera gran sorpresa de la noche, pues Ricardo Pita la cantó en una versión acústica mínima, casi a capella, apenas acompañado por su banjo y la guitarra de Geraré.
Las otras sorpresas fueron Salú, que charango en mano y descalzo, soltó a los animales en el escenario y puso a la gente a bailar con Por Accidente; y Darío Chica en las congas, quien se unió ala percusión de la batería de Otroman y Faquirri en los timbales.
Así se nos fue pasando la noche, entre el grito el «¡Yo sé que tienen un plan!» de Partirme en Dos, el «¡paz, paz, paz, amor, marihuana, ensalada, ensalada, ensalada, ensalada, ensalada, ensalada, ensalada, ensalada, ensalada, ensalada, ensalada, !» de La Dieta del Hippie y el «a correr que todo es pampa, que se soltó Ricky Bobby, con su teclado venenoso» de la Salsa para partirte las tapas. Dicho sea, Ricky Bobby puso a todo el mundo a saltar con su teclado venenoso.
En definitiva, un gran concierto de la banda guayaca que te canta la plena.
Pipo Klinger