Todo parece indicar que Barack Obama “no ha perdido el toque”. Después de una desastrosa actuación en el primer debate presidencial y de sortear los muchos ataques enfocados en las debilidades de su gestión, los principales medios del mundo declaraban que los dos candidatos se encontraban en un virtual empate técnico poco antes de las elecciones. A pesar de las esperanzas republicanas, Obama se impuso ante su contrincante con un resultado cómodo y relativamente amplio, al menos en lo que al sistema de colegios electorales[1] se refiere. Con los votos escrutados, el presidente recibió 332 votos electorales frente a solo 206 de su rival. En lo que respecta al llamado voto popular, Obama se impuso por 50,6 % versus a los 47,9% alcanzados por Mitt Romney. Sin lugar a duda, los resultados de esta contienda arrojan un interesante mapa socio-económico y cultural de los Estados Unidos en el siglo XXI.
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Raza, etnicidad, género, juventud, diversidad sexual, marihuana y otros misterios.
En las elecciones del 2008, el entonces senador Obama fue el artífice de unas de las “coaliciones de electores” mas importantes e interesantes de tiempos modernos. Fueron los jóvenes, las mujeres, los hispanos y los afro-americanos, quienes junto a una buena parte de electores blancos desilusionados con el legado de Bush, dieron un resonante voto de confianza a un candidato que bajo el lema de “hope and change” (esperanza y cambio) prometía rescatar al país de una recesión económica solo superada históricamente por la Gran Depresión y dos guerras costosas tanto en términos financieros como humanos. Muchos analistas de ese entonces insistían que esa coalición de electores era el resultado directo de una decepción nacional y generalizada con una de las peores presidencias que había vivido el país pero que se caracterizaba por la temporalidad de un momento y un líder y que probablemente no podía ser sostenida en el tiempo. Con una tasa de desempleo cercana al 8% y una buena cantidad de legislaciones y reformas frustradas por un congreso dividido y poco negociador, el presidente era naturalmente vulnerable en muchos frentes. Este análisis generó entre los estrategas republicanos la percepción de una victoria casi segura. Obama, no obstante, confirmó que la coalición electoral del 2008 continuaba apoyándole al punto de mantenerlo en la Casa Blanca. Las famosas “exit polls” (encuestas a boca de urna) han permitido obtener un panorama que refleja aspectos importantes de la realidad política de la America actual. Obama obtuvo el 55% del voto femenino, un impresionante 93% del voto afro-americano, un importantísimo 71% del voto latino, y un 60% de los electores jóvenes (entre 18 y 29 años) [2]. También votaron a favor de Obama los grupos de electores de bajos ingresos (60%).
Las elecciones presidenciales también sirvieron de plataforma para que electores en ciertos estados decidieran sobre temas específicos. Por primera vez en la historia tres estados legalizaron el matrimonio entre personas del mismo sexo vía referéndum (Maine, Maryland y Washington), dos estados legalizaron el uso recreacional de la marihuana (Washington y Colorado) y un estado acordó el apoyo educativo a jóvenes inmigrantes indocumentados, una versión estatal del controversial y discutido “Dream Act” (Maryland). No es casualidad que la mayoría de estos temas hayan sido promovidos por Obama. El actual presidente se convirtió en un campeón para la población que apoya el matrimonio homosexual cuando se declaró a favor del mismo a principios de este año, convirtiéndose en el primer presidente de los EEUU que hace pública su posición al respecto. De la misma manera, y ante la imposibilidad de discutir y promover una reforma inmigratoria integral en el congreso –una de sus principales promesas en el 2008- Obama decretó una orden ejecutiva que favorece migratoriamente al menos a un millón y medio de jóvenes indocumentados que viven en EEUU y hayan cumplido con ciertos requisitos mínimos. Si bien la medida no es tan ambiciosa como algunos esperaban, constituyó una disposición bastante aplaudida por la comunidad latina.
De todo lo anterior se desprende una conclusión fundamental: los EEUU no son en el siglo XXI un país en donde “las minorías” no tienen peso político. Aun mas evidente, los temas tradicionalmente considerados “liberales” o “progresistas” se han convertidos en temas que reciben apoyos cada vez mas amplios del electorado y que se han ido ‘normalizando’ hasta constituir tópicos que crean identidades y preferencias políticas.
Economía versus empatía
Para los republicanos, la principal estrategia electoral fue convertir la elección presidencial en un referéndum sobre la economía norteamericana. Con el déficit y el alto desempleo que ha caracterizado al gobierno del presidente Obama muchos republicanos pensaron que el candidato demócrata no podía superar la prueba electoral. A pesar de la obvia preocupación de los ciudadanos de EEUU con el estado actual de la economía, las elecciones demostraron que a la hora de escoger, los votantes eligieron la empatía sobre la economía. Las encuestas de boca de urna indicaron que una buena parte de los electores expresaron que para ellos era importante elegir a un presidente que “se preocupara por ellos”. Claramente, Romney no pudo superar su “déficit de empatía” y a pesar de sus promesas concentradas en la economía y de su record como exitoso empresario, el candidato republicano no logró convencer a un país que es cada vez mas diverso y complejo.
“Lo mejor está por llegar”
Los resultados del pasado 6 de noviembre han llevado a muchos a declarar la existencia de una “nueva America” en la que las minorías, los temas controversiales, las necesidades sociales de los ciudadanos de bajos recursos y los cambios demográficos han cobrado una nueva importancia en el mapa socio-económico y cultural del país. A pesar de este escenario, es imposible olvidar que en un estado de corte federal como el americano imperan todavía muchos grupos conservadores que defienden los valores que el partido republicano promovió sin éxito y que siguen teniendo una fuerte influencia en la política local-estatal. Sin embargo, es evidente que las estrategias republicanas que alienaron a un electorado mas diverso y complejizado que en elecciones anteriores ya no pueden tener ninguna posibilidad electoral en el futuro.
Obama, por su parte, enfrenta retos tremendamente difíciles en este nuevo periodo de gobierno. Por un lado, el presidente re-electo debe encargarse de lograr un crecimiento económico superior y sostenido que lleve a la superación del desempleo. Debe evitar el “abismo fiscal” que se avecina sino logra llegar a acuerdos con el lado republicano sobre el régimen tributario y los cortes en el presupuesto. Y necesita, además, cumplir con promesas hechas a algunos grupos pilares de su victoria, entre las que destaca las reformas al sistema migratorio que tanto preocupa a los latinos.
En su discurso de reconocimiento del triunfo, el presidente Obama declaró que “lo mejor está por venir”. Con una oposición debilitada y en proceso de reflexión por la magnitud de la derrota es posible que el presidente tenga la oportunidad de avanzar algunos temas importantes de su agenda política. Si bien puede ser prematuro anunciar el nacimiento de una “nueva America” queda claro que hay nuevas realidades socio-demográficas que vendrán a configurar transformaciones de la cultura política norteamericana en el siglo XXI. Ojala, entonces, que “lo mejor” llegue pronto, y para todos.
[1] El sistema de colegio electoral de EEUU establece que cada estado tiene un número de votos de acuerdo y en proporción a la población del mismo y es a través de los votos de cada colegio electoral que se elige al presidente. Es un sistema indirecto de votación en el que el candidato que recibe la mayoría de los votos del estado ‘gana’ todos los votos emitidos por los electores de ese estado. En la actualidad, un candidato necesita al menos 270 votos electorales para poder declararse ganador de las elecciones.
[2] Aquí hay algunos elementos interesantes a considerar: el voto femenino estuvo dividido entre mujeres solteras y mujeres casadas. El primer grupo favoreció al presidente Obama 67% frente a 31%, mientras Romney ganó el voto de las mujeres casadas con un 53%. Las mujeres representan un total del 53% del electorado nacional. En cuanto al voto latino, es interesante destacar los cambios de preferencias políticas de los cubanos-americanos. Tradicionalmente considerado un bloque pro-republicano, los cubanos-americanos favorecieron a Romney con solo 50% frente a un 47% para Obama. Esto representa un incremento de casi 10% para Barack Obama frente a lo obtenido en el 2008. En relación al voto de los electores blancos Obama consiguió un 39%, una disminución de 4% en relación con la elección anterior. Este grupo continua disminuyendo y representa actualmente un 72% de los electores totales, 2% menos que en el 2008.
Carolina Jiménez