¿cómo alcanzar un Guayaquil realmente verde?
Tener más áreas verdes, mejorar la recolección y disposición final de la basura, impulsar la recuperación del Estero Salado y del Río Guayas y mejorar la transportación masiva, son las tareas pendientes que las administraciones locales de los últimos 20 años le deben a Guayaquil.
La ciudad enfrenta la oportunidad de mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, forjando un ambiente saludable, con suficientes áreas verdes y movilización de vanguardia.
En esta oportunidad exploro acciones concretas para hacer de Guayaquil una ciudad ecoamigable e inteligente.
La independencia que hoy festejamos debe incluir reparar los daños a las áreas naturales ocasionados por un crecimiento desordenado que privilegió la obra de cemento; al tiempo que recuperamos la integridad de los bosques y el estero y garantizamos la inclusión social de los sectores que han sido históricamente marginados. Se plantea así un nuevo urbanismo que respete e integre al paisaje natural, trayendo múltiples beneficios para los y las guayaquileños y guayaquileñas.
1. Áreas verdes
Existe un alto déficit de áreas verdes en Guayaquil[i]. El diagnóstico del INEC reflejado en el Índice Verde Urbano es desalentador. Así, en el Ecuador, hay 4,69 m2 de áreas verdes por habitante, mientras que según la Organización Panamericana de la Salud el mínimo recomendable es de 9 m2. La situación de Guayaquil es más dramática aún: al 2012 existen 1,12m2 de área verde por habitante.
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El concreto absorbe el calor y por eso la ciudad es más caliente que los campos abiertos. Es el fenómeno conocido como “isla urbana”. Por el contrario, los parches de áreas verdes, repelen el calor. Así, al tener un ambiente más fresco, los ciudadanos gastamos menos en electricidad. Por otro lado, los suelos de las áreas verdes absorben las aguas lluvias, lo que genera un ahorro a la ciudad en el desagüe de alcantarillas tapadas, sobre todo en época lluviosa. De igual manera, al retener el agua, ésta se evapora menos, reduciendo así la molesta sensación de humedad que vivimos en cierta época del año.
Los árboles (incluyendo manglares) “respiran” dióxido de carbono (un contaminante que abunda en las ciudades por la combustión de nuestros vehículos y emisiones de las fábricas) y a cambio emiten oxígeno, componente vital para la vida. Otros contaminantes que son absorbidos por los árboles son el material particulado (polvo), óxido nitroso y dióxido de sulfuro[ii]. De esta manera, las áreas verdes mejoran la calidad del aire urbano, lo cual es principalmente importante para grupos vulnerables a enfermedades respiratorias, como niños y adultos mayores.
Pero además de la falta de espacios verdes, Guayaquil tiene otro gran problema: los que hay están mal distribuidos. Las zonas de la ciudad con mayor densidad de población son las que menos espacios recreativos tienen. Coincidentemente, allí también vive la población con menos recursos. Esto es agrava la crisis social que vive Guayaquil y que contribuye a la violencia y delincuencia, ya que la relación con la naturaleza es una necesidad tan básica como las relaciones interpersonales para la salud mental y bienestar de los seres humanos[iii]. No hay buen vivir donde el guayaquileño o la guayaquileña de a pie no se encuentra a sí mismo, o en su comunidad o entorno natural.
2. Tráfico
En 10 años el parque automotor creció un 113% y caotizó la ciudad. A inicios del año 2000 la cifra de automotores registrados era de 290.752. En el 2011 el total sobrepasó los 600 mil vehículos, según cálculos de la CTE. Esto significa que de 10 guayaquileños 3 tiene auto. Todas y todos los guayaquileños tenemos derecho a trasportarnos de manera segura, eficiente y confiable; sin embargo, somos una población de crecimiento ilimitado, en una ciudad con espacios físicos limitados. Ante esto, la necesidad de transportación pública de vanguardia es urgente.
El caos vial actual puede ser transformado en orden y comodidad para todos; ya lo han hecho otras ciudades de la región, con adecuada planificación y compromiso político podemos hacerlo también nosotros. Hablemos por ejemplo del caso de la ciudad de Curitiba en Brasil. Esta ciudad dio prioridad al transporte masivo sobre el individual, por lo que cuenta con una red de transporte conformada por 22 terminales de integración con los barrios de la zona, omnibuses y colectivos expresos que transitan con una frecuencia de 3 minutos, por lo que los ciudadanos tienen la ventaja de la puntualidad y viajar cómodamente sentados. El transporte masivo se complementa con una red de ciclovías de aproximadamente 150 km de extensión para transporte individual y esparcimiento[iv]. Una necesidad urgente ante la creciente demanda de usuarios que prefieren usar la bicicleta como medio de transporte.
Adicionalmente, creo que es importante mencionar que oportunidades pueden aprovecharse de la colusión de varios problemas. Por ejemplo, reivindicando nuestra herencia de sabana tropical estuarina y tradición porteña, el Estero Salado debe ser parte de la solución y no un problema. Específicamente en temas de transporte y áreas verdes brinda alternativas para no darle la espalda sino encontrarnos en él como comunidad. Esto puede darse con áreas verdes no enrejadas, por supuesto, y profundizando el Estero como vía fluvial de transporte desde el sur al centro y del centro al norte de forma articulada al sistema de transporte terrestre de la ciudad y que encuentre un balance con un sistema fluvial similar en el Río Guayas que permita conexión intercantonal con Daule y Durán. Es tiempo para que en el Estero y el Río Guayas vuelvan a navegar nuestros sueños y no nuestros miedos y desechos.
3. Manejo integral de la cuenca del Río Guayas
El estero no es el único ecosistema enfermo. En una ocasión anterior he argumentado que Sí podemos recuperar el Estero Salado y elementos para lograrlo. Ahora precisaré que el río Guayas atraviesa una etapa crítica debido a los más de 500 millones de metros cúbicos en descargas tóxicas diarias de industrias y alcantarillado sanitario. Esto debido a que la empresa Interagua (concesionaria del servicio) sólo realiza un tratamiento primario donde separa los objetos y basura de gran tamaño de los desechos residuales, es decir, el agua en sí no es tratada, simplemente se eleva a través de bombas para que siga su curso al río Guayas[v]. Esta situación es alarmante, sobre todo si consideramos que son muy pocas las industrias que cuentan con plantas de tratamiento de agua, un requisito que debería ser indispensable para su funcionamiento.
Los focos de contaminación por aguas negras afectan la salud de los ciudadanos, particularmente la de los niños aquejados por infecciones gastrointestinales, hepatitis, dengue, entre otros males. Los gastos en prevención y control del dengue para este año ascendieron a $7 millones de dólares, un gasto que podría reducirse si las condiciones de salubridad en el país fuesen mejoradas. La contaminación por descargas agrícolas e industriales, por su parte, genera riesgos aún más importantes, como la bioacumulación de metales tóxicos en los peces del río[vi], los cuales son capturados por los pescadores locales y vendidos en los mercados de la ciudad. Es por esto, que en otras ciudades de Latinoamérica se ha analizado la posibilidad de que los ciudadanos contribuyan a la recuperación de ríos y otros ecosistemas. Por ejemplo, en Costa Rica se determinó que los habitantes de la ciudad de San José estarían dispuestos a pagar alrededor de $81 anuales por el servicio de saneamiento del río Grande de Tárcoles[vii], valor similar al que pagarían los ciudadanos de Santiago del Estero (Argentina)[viii]. Estudios similares podrían realizarse en nuestra ciudad para poder determinar la voluntad de pago de los guayaquileños para obtener los servicios ambientales de un río Guayas recuperado y un manejo de cuenca a la altura de las oportunidades naturales de nuestro ecosistema.
Para revertir la contaminación, los Municipios de Santa Elena, Salinas y La Libertad notificaron a las empresas informándoles la exigencia de la implementación de trampas de grasa y/o plantas de tratamiento como requisito previo para emitir el permiso de funcionamiento. Por su parte, AGUAPEN realizó mejoras en las lagunas de oxidación y contrató la construcción de una laguna de maduración adicional. Este esfuerzo resultó en la mejoría de la calidad del agua luego de un año de intervención. Aunque este es un ejemplo a una escala mucho menor que el río Guayas en la ciudad de Guayaquil, sirve para demostrar que se requiere de compromiso político y acción ciudadana para posicionar los temas ambientales en las agendas de nuestras autoridades y sector privado.
Finalmente, en la reciente Cumbre de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible los líderes mundiales reafirmaron la necesidad de incrementar esfuerzos para alcanzarlo. Un reciente estudio de ONU-Hábitat[ix] reconoce que tan importante como el crecimiento económico de las ciudades es el alcanzar calidad de vida, infraestructura y equidad. En efecto, si las ciudades son planeadas de forma participativa e incluyendo políticas enfocadas en conservar sitios del patrimonio natural, las ciudades pueden promover sociedades sostenibles. Es tiempo para que en Guayaquil aterricemos estos compromisos y demostremos en esta segunda independencia que somos verdes por herencia y grises y rodeados de concreto sólo por inercia. ¿La romperemos ya?
[i]Proporción de áreas verdes de Guayaquil en comparación con otras ciudades del país y de Latinoamérica según Índice Verde Urbano INEC (2012).
[ii]Yok, T.P., Sia, A., (2005). A Pilot Green Roof Research Project in Singapore. Proceedings from Green Roofs for Healthy Sustainable Cities Conference, WashingtonD.C., May 2005// Acks, K. 2003. A framework for cost-benefit analysis of green roofs: initial estimates.
[iii] Kaplan, R. (1993) The role of nature in the context of the workplace. Landscape and UrbanPlanning, 26, 193-201.
[iv]Vallicelli, L. 2002. Un modelo de desarrollo sostenible: Curitiba (Brasil). En: CEPAL. Las nuevas funciones urbanas: gestión para la ciudad sostenible. Serie Medio Ambiente y Desarrollo No. 48 (página 71 – 76).
[v] Revista Vistazo. Guayaquil, sin poder respirar.
[vi]Gaybor, A. 2006. Los temas recurrentes del agua . Foro de los recursos hídricos, cuarto encuentro nacional
[vii] Valera, V. 1998. Valoración económica de los recursos hídricos del Río Grande de Tárcoles. Tesis de Maestria. CATIE. Costa Rica
[viii] Sarmiento, M. y Carignano, G. 2011. Rol del recurso agua en un sistema de pago por servicios ambientales en Santiago del Estero, Argentina. Congreso Internacional PES. México.
[ix]Estados de las ciudades del mundo 2012-2013: La prosperidad de las ciudades. https://www.unhabitat.org/pmss/listItemDetails.aspx?publicationID=3387
Daniel Ortega