El pasado 11 de septiembre, día “nacional” de Cataluña, un millón y medio de personas se manifestaron en Barcelona tras el lema “Cataluña, nuevo Estado de la Unión Europea”. Pocos días más tarde el presidente de la Generalitat de Catalunya, el gobierno de esta Comunidad Autónoma, cerró abruptamente la legislatura y convocó nuevas elecciones, que serán el próximo 25 de noviembre. El día siguiente el Parlamento catalán aprobó por mayoría una moción que reclamaba la convocatoria de un referéndum sobre la independencia en los próximos meses.
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¿Qué ha pasado para llegar a este punto? ¿Realmente tiene posibilidades de prosperar un proceso secesionista que comporte la creación de un nuevo país dentro de la Unión Europea? En las siguientes líneas voy a intentar resumir cuál es el estado de la situación.
El independentismo en Cataluña ha sido una reivindicación histórica de una minoría de ciudadanos que oscilaba, según la coyuntura, entre el 10 y el 20% del total de la población. Existe un partido político abiertamente independentista, Esquerra Republicana de Catalunya, que en sus mejores resultados electorales había alcanzado el 17% de los votos. En cambio, las últimas encuestas muestran que la opinión favorable a la independencia ha crecido significativamente, llegando a ser mayoritaria (una reciente encuesta oficial del Centro de Estudios de Opinión recoge un 51% de voto favorable directo en un hipotético referéndum sobre la independencia; un 21% votaría en contra y otro 21% se abstendría). Este incremento del independentismo se puede explicar por varias razones. Una de ellas es la situación de crisis económica, ya que una parte de los catalanes creen que con la independencia política la situación económica en Cataluña mejoraría. Esto se explica porque que el actual saldo fiscal con el conjunto del Estado Español es negativo. Es decir, que parte de los impuestos que pagan los ciudadanos catalanes va a una especie de “fondo de solidaridad” que sirve para equilibrar la situación del conjunto de los ciudadanos españoles, fluyendo de las comunidades más ricas a las más pobres. Este sistema de solidaridad territorial se estableció en el momento de la recuperación de la democracia, tras la dictadura franquista, y muchos catalanes creen que ha acabado generando un sistema viciado, en el que los territorios que reciben más de lo que contribuyen se han acomodado a esta situación entendiendo que recibir la solidaridad de las comunidades más desarrolladas es parte de una especie de “derecho natural” y no un estímulo puntual a su sistema económico y productivo. Por tanto, una de las reivindicaciones del independentismo se basa en la desigual distribución de las inversiones del Estado. La crisis ha agudizado ese tipo de argumentos, ya que en Cataluña se han realizado más recortes de servicios básicos (en sanidad y en educación) que en otras comunidades, que no necesitan hacerlo por beneficiarse, precisamente, de la solidaridad de los catalanes.
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Otro tipo de argumentos son de cariz más político, y es que los independentistas aspiran a tener cada vez más autonomía, mientras que el gobierno de España, en manos de un partido conservador, está intentando llevar a cabo un nuevo proceso centralizador. Los catalanistas consideran que su paciencia se agota y se muestran indignados por las continuas negativas a sus aspiraciones a contar con un mayor reconocimiento institucional y una más grande capacidad de gestionar sus propios asuntos. El diseño del Estado de las Autonomías, que es el que recoge nuestra constitución, parece haber llegado a un punto que no satisface a las “comunidades históricas”, entre las cuales destacan, por su singularidad, Cataluña y el País Vasco.
La propuesta del gobierno conservador catalán para esta legislatura, en este sentido, era la aprobación de un nuevo “pacto fiscal” que permitiera una mayor capacidad de gestión por parte del gobierno catalán de los impuestos que se recogen en Cataluña. Era, según cómo, una manera de avanzar en la descentralización del Estado, pero manteniendo su “unidad”. El gobierno del PP rechazó esa propuesta, cosa que ha precipitado la convocatoria de nuevas elecciones, apenas dos años después de las últimas.
Estas elecciones, que como he dicho serán el 25 de noviembre, se plantean como un plebiscito para medir cuáles son las fuerzas de los independentistas, y como un paso previo, si estos obtienen mayoría, para convocar un referéndum de autodeterminación. La pena, bajo mi punto de vista, es que el eje “nacionalista” está pasando por encima, en los discursos y en las prácticas, del eje “social”, cosa que provoca que se hable más de las diferencias culturales entre Cataluña y el resto de España que de la penosa situación social que todos compartimos por causa de la crisis económica; una crisis, todo hay que decirlo, que se genera y agudiza por la nefasta gestión que han hecho los partidos políticos neo-liberales y conservadores.
En cualquier caso, ante el anhelo independentista de una parte de los ciudadanos españoles, el gobierno español ya ha dicho que no está dispuesto a aceptar la secesión de ningún territorio y que rechazará por todos los medios la convocatoria de un referéndum de autodeterminación, que es algo que no permite nuestro marco jurídico. Ese “por todos los medios” no incluye la posibilidad de utilizar la fuerza o la violencia física. Eso seria contraproducente e impropio de un Estado democrático. El gobierno catalán, por su parte, ya ha anunciado que pese a ser ilegal, ellos mantendrán su intención de convocar tal referéndum. Todos esperamos que el proceso pueda avanzar democráticamente y en base a acuerdos que satisfagan a todas las partes pero, de momento, cada una de ellas está midiendo sus respectivas fuerzas. Por ejemplo, los independentistas catalanes aspiran a ser un país más de la Unión Europea, que es una condición que consideran indispensable. Ahora bien, a las malas, el Gobierno español amenaza con vetar su hipotética entrada en la UE, ya que la aceptación de nuevos miembros requiere unanimidad.
Así están las cosas. Habrá que esperar a conocer el resultado electoral del próximo 25 de noviembre para saber cuáles serán los siguientes pasos en este conflicto.
Links:
Manifestación del 11 de septiembre (en catalán)
Imágenes panorámicas de la manifestación del 11 de septiembre
Crónica de la manifestación del 11 de septiembre
Barómetro de Opinión Política del CEO (Centro de Estudios de Opinión), junio de 2012
Jesús Sanz Moral