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@nomediganrosita

Ella le estaba esperando en el interior, dentro de su departamento; él estaba afuera timbrando el timbre desde el exterior. Hacía frío, la noche era perfecta para estar oscura porque no era de día. Cuando Fernanda por fin abrió la puerta, le dijo “pasa”, el agradeció y se negó, no le gustaban las pasas. Cuando por fin se sentaron en los sillones de la sala, cruzaron miradas con los ojos y sonrisas con sus labios; se gustaban y ya no lo podían ocultar, sus corazones latían con latidos rítmicos.

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Martín se paró y encendió la chimenea, el fuego quemaba. Fernanda había preparado la cena y él había traído el vino, comieron la comida y bebieron la bebida a la luz de las velas cuyo fuego coincidencialment

e también quemaba.
Pronto sus cuerpos comenzaron a necesitarse, acercándose, se besaron con la boca, las caricias rozaron la piel. Percibían mediante los sentidos todas las sensaciones.

¿Te saco el saco Fernanda Fernández? – Le dijo él en tono picaresco, mientras la desvestía quitándole la ropa.

¿Te pongo el pongo Martín Martínez? – ella respondió. Así le decía ella al condón, mientras desabotonaba el botón de su pantalón.

Aún le producía gracia esa frase, como la primera vez que la dijo como un mal chiste, sin esperar que desencadene la pasión pasional, parecía una condición que condicionaba su vida, dados sus nombres y eso les encantaba.

Así era su amor, redundante, homónimo, homófono. Una repetición de palabras insistiendo en un solo amor.

Sus cuerpos excitados por la excitación, se vencieron, cayeron arrodillados de rodillas al suelo y luego se revolcaron por toda la sala. El clítoris de Fernanda Fernández bullía y sus pezones brotaban, mientras el pene de Martín parecía querer explotar en una explosión de hormonas. Sus cuerpos se fusionaron fundiéndose en uno solo, él la penetró y ella lo sintió entrar dentro en su interior. Se retorcían de placer placentero intentando alcanzar el clímax orgásmico. Martín Martínez se estremecía y por fin sus gritos se oyeron mientras fuera de la casa la lluvia mojada mojaba la ciudad.

Rose Regalado