En estas líneas no voy a intentar nada especial. Solo quiero escribir sobre Juanantonio y su capacidad de amar y ser amado.
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En La Juntada por el Juanantonio que armaron sus broderes de Paradocs (Cocó Lasso y Santiago Serrano) en Quito, fue maravilloso ver centenares de fotos de gente de todos lados, todas las edades, llenas de sonrisas, de Juanantonios flacos, pelo largo, pelo corto, gordito, en camiseta, en camisa, con chompa… Eran fragmentos de su vida en su querida Cuenca, en Nueva York, en la muralla china, en Guayaquil (que por alguna extraña razón amaba tanto jeje), Quito, Madrid… ufff…
Era un tipo amado. Como me dijo Camilo (su amigo, mi esposo), todo es porque “él te amaba primero y luego solo te entregabas a su buena onda”. Y sí, lo vuelvo a citar a Camilo (se llegaron a querer tanto y a identificar mucho más desde la fotografía que debo hacerlo), cuando se refiere al estilo de Juanantonio en sus fotos: “sin pretensiones. Absolutamente sensibles y sinceras”. Quienes leen esto, les pido de favor conseguir el libro Alguien te está mirando, que editó con Paradocs.
Todo lo que tiene que ver con él tiene una carga súper fuerte de amor. Creo que este extraño luto que todos estamos viviendo es muy surreal. No nos queda claro si tiene sentido. Los días son eternos, la confusión y el enojo, aún más.
En medio de la confusión, la tristeza y la impotencia, es un aliciente reconocer en medio de las sombras del luto su legado: fragmentos de felicidad en cada persona que fue su amig@. En su familia, mucho más. Su hermano José nos da a todos su mensaje, el del Juanito que sonreía al verte llegar, en un tweet que publicó unos días después del domingo 2 de septiembre: “nos guiaremos por la paz, la bondad, la consecuencia y la claridad de Juan”. Es la filosofía de vida de Juanantonio.
Luego viene la parte egoísta, la desesperación que sentimos todos quienes lo conocimos, quienes nos consideramos su amig@. Lloramos y nos enojamos pensando en el abrazo que nos perderemos, la conversación sobre fútbol que no vendrá más, sobre la vida, sobre el amor, sobre política, nada de eso volveremos a vivirlo. Ese abrazo con el que siempre Juanantonio se despedía no está, y claro, cabrea.
Pero luego viene la parte mágica, que solo alguien como Juanantonio puede dejar que es una sonrisa de alivio, de haber tenido el privilegio de ser parte de su vida. No es exagerado, no es un cliché, no es un lugar común, realmente era una persona iluminada por una forma de vida absolutamente respetuosa hacia el otro, absolutamente amable porque se hacía amar.
Públicamente les doy gracias a sus padres, a su familia, a sus amig@s, a los Paradocs, porque sé que al final de sus días, fue muy feliz. Y a ellos, a mí también, espero que nos acompañe esa felicidad, que el dolor y enojo de ahora pase y quede en nuestros corazones la dulzura y la bendición de haber sido parte de su vida.
Quienes no tuvieron el chance de conocerlo, solo me queda recomendarles que lo vivan a través de sus fotos, documentos sinceros de diferentes situaciones, personajes y momentos con una alta carga de sensibilidad humana.
Y como Juanantonio se lo pidió en sueños a Sylvia Azul, no se olviden que él era del Cuenquita…
Malu Carrión