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@IvonneGuzmn

Miro su tarjeta de presentación (desde hace varios minutos no puedo quitarle los ojos de encima) y están todos los datos. Pero no está el esencial. En ese pedazo de cartón negro, en letras blancas constan una URL que lleva a un sitio web; dos teléfonos, uno fijo y uno móvil; una dirección de correo electrónico; su nombre: Juan Antonio Serrano; su ocupación: fotógrafo. Lo que no dice es lo esencial, y eso es lo que intento contar.

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Foto Crédito: Flacsoandes

Es que Juan Antonio Serrano no es solo eso que dice su tarjeta; o apenas el hermano del Ministro de Gobierno; ni el nombre que se repite en las versiones digitales e impresas de los diarios nacionales porque alguien lo mató la madrugada del domingo 2 de septiembre en Cuenca.

Para mí, Juan Antonio es una noche de empanadas y cervezas en La Chacha (un restaurante BBB ya desaparecido de La Mariscal, en Quito) y toda la buena onda del mundo. También es una conversación, en la puerta de mi casa, sentados en su camioneta, con mis ojos llenos de lágrimas y sus palabras llenas de aliento y consejos prácticos para lograr lo que yo quería en ese momento (y funcionaron). Es la sinceridad y la camaradería de las penas mutuas compartidas.

Con él recorrí algunas calles de Quito, en busca de aberraciones arquitectónicas (tarea fácil, donde las haya) y en una calle de Washington D.C. tuve el gusto de darle un abrazo efusivo ante la sorpresa de encontrarnos ahí: él iba como fotógrafo de la Cancillería y yo acababa de salir de una conferencia sobre libertad de expresión.

No nos frecuentábamos, pero siempre que nos encontrábamos el cariño y la química se mantenían intactos. Por eso su sonrisa no se me borra de la cabeza; y casi puedo escuchar su suave acento cuencano (supongo que matizado por sus largas estadías en Quito, en Nueva York, en Madrid, en Pekín).

Lo último que supe de él tenía que ver con la fotografía, eso que el cliché diría que era su pasión. Yo creo que simplemente era su forma de entender la vida, de comunicarse con ella y con quienes la transitamos. Fue en julio de este año, cuando junto al Coco Laso y a Santiago Serrano publicó Taller de la Retina: tres libros de pequeño formato, el suyo se llama ‘Alguien te está mirando’. El nombre de la serie está tomado de un verso de Carrera Andrade: “Bienvenido nuevo día / Los colores y las formas / Vuelven al taller de la retina”. Ahora, que lo vuelvo a ver, me siento agradecida de poder quedarme con un pedazo de Juan Antonio, su mirada.

Miro lo que él miró mientras paso las páginas de su libro y me adentro en los links que me llevan a sus fotografías; miro su tarjeta de presentación. Y él no está ahí del todo. Por eso busco dentro de mi cabeza y me encuentro con lo esencial de Juan Antonio, algo imposible de poner en imágenes o en palabras.

Ivonne Guzmán