Llegó agosto con el viento, ese que vuela sombreros y golpea las ventanas abiertas. Hay que comprar papel de colores, hay que buscar sigse, hay que desenrollar hilo y volar como los artistas del circo de Fellini. Agosto, de sol fuerte, de viento que quema la cara, de niños jugando en las calles, Agosto de Quito. A espaldas de la virgen de las alas de pollo, botamos las cometas al espacio vacío, haciendo magia para que agarren altura; es hora de que los desconocidos hagan coreografías para desenredar los hilos y niños jueguen con adultos que son niños. Es la época donde los cables de la luz reciben al fin las compañeras para esos viejos zapatos colgando.
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Alexandra Vaca