Reviso la web de Ciespal (Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina) en busca de un estudio que me servirá para esta columna y veo bajo el logo una frase que me da luces sobre la orientación de los próximos párrafos. “Porque la comunicación es un derecho”. En el contexto del defensor del internauta que propone Gkillcity.com, es importante comprender que la comunicación es un derecho donde no solo intervienen los periodistas, sino también los ciudadanos, el mercado, los gobiernos, las agencias de publicidad, etc.
Ciespal publicó en 2010 el informe “Cómo viven y piensan la libertad de expresión los periodistas ecuatorianos”, que presenta cifras inquietantes: el 38% de los periodistas afirman que se han autocensurado (en el caso de la TV es el 52%) por temor a perder su trabajo y han tenido que “sacrificar principios profesionales”. Si continuamos revisando el informe, las entidades que los 120 encuestados que formaron parte de este muestreo identificaron como la mayor amenaza son: grupos de poder 78%, dueños/directores de medios 32%, gobierno 31% y anunciantes 17%.
¡No más emisor, mensaje y receptor!
Empiezo diciendo que hay que romper el paradigma del redactor y editor que brinda información al receptor. No. En la comunicación y el periodismo intervienen todos los actores que mencioné líneas arriba. Comprendamos que se trata de un todo, donde el mercado (a través de las empresas anunciantes como colas, bancos, telefonía celular, cadenas de supermercado, entre otras) a través de sus anuncios, financia la maquinaria mediática. En el caso de los medios privados, claro. En lo que respecta a los públicos, es el Estado a través del Gobierno el que financia a los medios a través de anuncios también y, en otros casos, como el de EcuadorTv, haya ido más allá con la compra de infraestructura y equipos.
No me quiero desviar mucho del tema, solo quiero dejar identificados los actores que intervienen en este proceso de comunicación periodística, por llamarla de alguna manera.
Tenemos otros actores: los propietarios de los medios, quienes a través de su gerente general y el departamento de marketing y ventas deben velar por llenar de publicidad los espacios disponibles (me refiero a radios, televisión, prensa escrita).
Y, además de los lectores, televidentes, seguidores y radioescuchas, están los periodistas. Desde el editor general, el editor regional, el editor de sección, el jefe de redacción, el periodista de sección hasta el periodista de radio que hace guardias en el aeropuerto o afuera de las prácticas de Emelec o Deportivo Quito.
El fin ético siempre será informar
Revisé en el blog de @xaflag “La cláusula de conciencia” y creo que debo pedirles que lean el texto como lectura complementaria (casi que obligatoria) a esta columna. Él cita a Hugo Aznar (Comunicación responsable. Deontología y autorregulación de los medios) quien destaca que el “compromiso último del periodista es con el derecho a la información del público, con los bienes y valores morales de su actividad (…) la obligación de lealtad y obediencia a la empresa o dirección de un medio cesa en el momento en que sus exigencias entran en conflicto con ese compromiso último y más fundamental del periodista”.
Es bastante coherente y a la vez romántico si reflexionamos respecto a acontecimientos recientes de la realidad nacional. Y con la experiencia que tuve en medios (privados y público) estoy segura de que hay periodistas que quieren hacer las cosas bien, pero hay barreras difíciles de superar.
He sido de las voces más críticas a los medios y a los periodistas. He cuestionado mucho sus posturas y su ejercicio. Personalmente ejercí 5 años y conozco de cerca las barreras que te imponen no solo los editores sino también los dueños, los anunciantes, los gobernantes, etc.
Son decenas los temas que deben tener la aprobación de estos actores sin que ellos sean periodistas. Suceden cosas tristísimas como anular al individuo que hace la cobertura, que reflexiona, propone, edita, reportea, y se lo convierte en un simple ejecutor. Ese ejecutor que no firma las notas (en el caso de los periódicos), que solo es un redactor absolutamente homogenizado a un gran medio.
Y bueno, así suceden cosas como las que citaré a continuación, donde la censura ocurre casa adentro. Cuando temas que son de interés nacional, que por derecho los ciudadanos necesitamos conocer, simplemente son omitidos. Son recientes y no son los únicos. Veamos…
– Coca Codo Sinclair vs Presos por límites de velocidad: los medios tienen derecho a manejar su agenda como bien lo consideren. Pero, si analizamos el mutis que hizo diario El Universo respecto a los avances de esta obra que impactará la economía y consumo de los ecuatorianos, es un poco grosera la manera cómo lo omitió. Puedes ser opositor al Presidente, pero no puedes omitir información de relevancia nacional. Y no creo que los periodistas dejaron de cubrir esto, evidentemente son decisiones editoriales. Yo siempre digo: le dan papaya al Mashi para sus cadenas.
– El poder del dedo: El martes 26 de abril de 2011, Maríarosa Pólit publicaba su segunda columna de opinión en El Telégrafo. El medio estatal estaba contento con la inclusión de Pólit entre sus filas, pues su primer artículo, relacionado al concierto que Calle 13 dio en Guayaquil, superó por varios miles las visitas que, por lo general, tenían las columnas de sus editoriales habituales. La segunda también fue un éxito, se titulaba El Poder del Dedo, en la que criticaba las leyes de desacato y su aplicación por parte del presidente Correa, como en el caso de Irma Parra. Después de esa publicación, nunca más apareció Pólit en las páginas de El Telégrafo.
– El incendio en Las Cámaras y la solidaridad con… ¡Las cámaras!: me pregunto, si mi casa se incendia por un cortocircuito y provoco la muerte de otras personas, ¿la responsable soy yo como propietaria de la casa? Claro, fue un accidente, pero ¿cómo un edificio con menos de 15 años de construcción puede tener ese tipo de problemas eléctricos? Los reportajes de investigación sobre el estado de este edificio o entrevistas a profundidad con los presidentes de las Cámaras de Industrias y de Comercio fueron reemplazados por notas inmediatistas y reflexiones de pesar frente a las muertes. Cabe preguntarse ¿cómo cuestionar a las Cámaras si son las grandes anunciantes de los medios? (recomiendo revisar la crónica de Héctor Yépez @hyepezm y la nota de Xavier Flores Aguirre @xaflag)
– Ecuador se fue a la guerra… y los ecuatorianos no nos enteramos: una excelente crónica de Boris Muñoz de Gatopardo (julio – agosto 2012) que los invito a buscarla en la revista. Si no la encuentran en la versión impresa que circula en el país a través de diario El Comercio, me avisan.
Al Defensor del Internauta le queda la reflexión y la misión de velar por que esto no suceda en Gkillcity porque al final de cuentas, quienes tenemos el placer de escribir aquí no somos mejores ni peores que los periodistas que publican en los otros medios. Y también tenemos la responsabilidad de generar y compartir información.
María Luisa Carrión