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@IvonneGuzmn

La semana que pasó me gradué: de gil. En realidad acabo de sacar mi PhD, porque la licenciatura y la maestría ya las tenía. Mi especialización consiste en la estúpida-ridícula-inútil costumbre de (viviendo en Ecuador) cumplir la ley.

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Como desde hace ocho días, si manejamos por la ciudad debemos hacerlo máximo a 50 kilómetros por hora y si vamos por una perimetral, máximo a 90, tonta de mí, empecé a circular legalmente a ritmo de tortuga por Quito. Y durante toda la semana no han parado de lloverme los insultos, las malas caras, los pitazos, las malas señas… No sé si mi ego pueda soportar este maltrato por el resto de la vida.


Seguramente soy la única habitante de Quito que sabe de la existencia de esa ley, aunque más probable es que sea la única gil que se siente obligada a cumplirla. A mis colegas de calle o autopista les importa un salado rábano lo que la ley (lógica o no, injusta o no) diga.


Respecto a todo esto solo me queda una duda: si las caravanas presidenciales, ministeriales o subsecretariales que van raudas y escoltadas hasta los dientes a 100 kilómetros por hora cruzando zonas escolares, vías exclusivas o pasos cebras también están regidas por la misma ley. ¿O será una ley para los giles nomás?


Ya les digo que soy experta en la materia, de ahí lo del PhD. No hay trámite que no haga por mi propia cuenta. Así, luego de una vuelta eterna (cuatro horas mínimo) por la Agencia Nacional de Tránsito para sacar, yo misma –sin tramitador de por medio, ni plata pasada debajo de ninguna mesa–, mi licencia o la matrícula del carro, vuelvo a la casa con la gastritis alborotada y el estómago perforado del coraje y la frustración. Pero habiendo cumplido la ley, por supuesto.


El engendro, producto de la culpa judeo-cristiana, que soy me obliga a, gustosa –no ven la cara de gil ejemplar que tengo–, pagar al SRI. Para que el Estado me devuelva el equivalente a cero en salud, seguridad, educación, etcétera, que es para lo que se supone que sirven los impuestos. Me encantaría que alguien del SRI –si fuese Carlos Marx, mejor– me explique para qué sirven los impuestos que pagamos los giles.


En fin, no les canso más, que los vivísimos vivan tranquilos yendo a la velocidad que les dé la gana, prometan en campaña e incumplan en funciones, evadan impuestos, plagien sus trabajos para la universidad o paguen tramitadores, total aquí no pasa nada (nunca ha pasado ni pasará). En Ecuador el que cumple la ley es apenas un pobre gil, un sufridor, un engendro… Esta gil se retira, que tengan una buena semana.

Ivonne Guzmán