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@malucarrion

 

Entrevista con Daniel Ortega (@dvortega), funcionario de Cancillería especializado en cambio climático. Lleva 2 años recorriendo foros y cumbres promocionando el reconocimiento de la pacha mama y sus recursos


Es el director de Medio Ambiente y Cambio Climático del Ministerio de Relaciones Exteriores y tiene 30 años. Me sentí como niña preguntona al conversar con Daniel sobre ese submundus de las cumbres climáticas y foros multilaterales. Quizás lo que más ilusión me hizo fue saber que hay todo un trabajo técnico, diplomático y político para que el mundo reconozca, así como lo hizo con los derechos humanos luego de la II Guerra Mundial, los derechos de la naturaleza en la asamblea general de las Naciones Unidas.

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¿Fue un fracaso Río +20? Así lo afirmó el presidente Rafael Correa en algunas declaraciones.

Me parece que es una exclamación que no solo mira a Río sino a todo el sistema multilateral de negociaciones internacionales (tanto climáticas como económicas y sociales) ha tenido pocos progresos. Creo que todo el mundo de forma pragmática sabía que Río+20 no iba a dar la solución al sistema, pero pensamos que nos va a permitir avanzar.


¿Qué buscaban?

Por ejemplo nosotros íbamos con una misión clara: la declaración universal de los derechos de la naturaleza.

 

¿Qué implica esto?

Recordemos la declaración universal de los DDHH y todo el proceso que estuvo atrás, de reivindicación, condiciones laborales y demás… cuando tienes una declaración universal refleja un nuevo pacto social, un nuevo contrato social. Lo que buscamos ahora es que ese nuevo contrato social pueda tener una visión de cómo poder vivir en armonía con la naturaleza. Eso no es simple, eso va a demorar muchos años pero es la bandera de la política exterior que seguramente nos va a marcar en este y próximos gobiernos.

 

¿Se logró esto en Río?

La meta más ambiciosa era que en el texto dijera que los países acordaban lanzar el proceso de la discusión de la declaración universal. No se puede pensar que íbamos a lanzar una declaración universal en Río cuando ni siquiera se la había discutido. Pero se podía lanzar el proceso. Sin embargo, al final del día lo que sí logramos es que reconocieran que en algunos países, como Ecuador, habian adoptado y reconocido los derechos de la naturaleza como un paso hacia adelante en la construcción de desarrollo sostenible. Es un triunfo significativo.

 

¿Por qué?

Porque te permite a través de ese mismo reconocimiento adentrarte en los procesos de discusión vía derechos humanos o en cualquiera de los órganos de NNUU, es un antecedente. No existe un antecedente sobre derechos de la naturaleza en jurisprudencia dentro de las NNUU. En el párrafo 39 dice que tenemos un solo planeta, que algunos países determinan ese planeta como madre tierra y que algunos países reconocen los derechos de la naturaleza.

 

¿Por qué el Presidente dice entonces que fue un fracaso?

A partir del 2015, hay la posibilidad de que los objetivos de desarrollo del milenio tengan una carga de sostenibilidad muy fuerte y es muy valioso.


El problema de estos objetivos es que tienden a ser aspiracionales, o sea depende de la voluntad política llegar a hacerlos. Nada es vinculante. Y cuando el Presidente se refiere a un fracaso, tiene que ver con esos elementos. Nadie quiere vincularse a algo concreto a realizar, nadie quiere decir vamos a dar más plata en compensación a una deuda ecológica existente o en tecnología limpia. No hay una decisión profunda y si se evalúa eso, claro que es un fracaso y es de todos. Sobre todo a nivel de los Estados. Creo que Río +20 sí era un hito histórico que debía darnos mucho más en términos de proceso. Le faltó profundidad.


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¿Qué países son los que más trabas ponen? ¿Dónde surge el impedimento?

Cuando se les dice de un protocolo vinculante, hay un grupo de países como EE.UU., Canadá con el gobierno actual, Japón luego de la crisis que tuvo por el tsunami. Hay otro grupo de países que te dice que hay una crisis económica que les impide comprometerse más aunque sí quieran hacerlo como los de la Comunidad Europea.

 

¿Río + 20 no es vinculante?

Es una cumbre, no es vinculante, no tuvimos que firmar todos una convención para ser parte de Río. A diferencia de las convenciones que tienen un peso legal y en donde se firman acuerdos, como Kyoto por ejemplo. Sin embargo las cumbres son importantes porque te permite hacer reformas. Los acuerdos alcanzados serán utilizados por los países desarrollados para ajustar sus líneas de cooperación internacional.

 

¿Cuál es la siguiente instancia para los derechos de la naturaleza luego de Río+20?

Toda la agenda y resoluciones de Río+20 pasa a la agenda de la asamblea general de las NNUU en septiembre. También tienes la comisión de desarrollo sostenible que tiene un mandato fortalecido a partir de Río+20, el mismo consejo de derechos humanos y el Consejo Económico Social (ECOSOC) y ahora Ecuador forma parte de este consejo y son pocos los países que forman parte de él.

 

O sea que puede hacer lobbying ahí…

Es nuestra tarea. Ecuador también está en el consejo de derechos humanos, y en DDHH también llevamos este tema.

 

¿La meta son los derechos de la naturaleza?

Es la meta más ambiciosa porque por ejemplo también tenemos objetivos operativos como la propuesta de emisiones netas evitadas y el mismo Yasuní. Las emisiones netas evitadas es un mecanismo que permitiría a otros países replicar Yasuní o actividades similares que te permitan evadir emisiones.

 

¿Qué respuesta les dieron frente a este tema de Yasuní y emisiones evitadas?

Lo bueno es que llevamos 2 años trabajando en esto y ya no resultó sorpresa para nadie. En estas instancias lo que buscamos es posicionar estos temas, no que se los adopte. En las convenciones de Durban y Cancún ya se incluyen textos sobre emisiones netas evitadas. Ahora lo que se discute son modalidades para implementarla. Y eso lo haremos este y el próximo año.

 

En el mejor de los escenarios, ¿en qué instancia se debe establecer los derechos de la naturaleza y cuándo?

Tiene que terminar con una asamblea general que adopte la declaración universal de los derechos de la naturaleza. Y una conferencia de las partes tendrá que adoptar lo que corresponde a emisiones netas evitadas. Son dos cosas diferentes pero tendrán que adoptarse.


El actual mercado de carbono y mecanismo de desarrollo limpio de las NNUU se demoró desde 1992 que se firmó el protocolo de Kyoto, pasó 1997 que entró en vigencia y recién en 2002 el mercado fue operativo. Son 10 años.

 

¿Qué países se adherirán?

En la última reunión que tuvimos en Alemania tuvimos una discusión amplia con 15 países. Hay gran simpatía por la propuesta y ambición. Hay países como Malasia, Guatemala, El Salvador, la Comunidad Europea. En 2010 se presentó en Unasur el mecanismo. En la declaración de Guyana de Presidentes incluye las emisiones netas evitadas como un mecanismo promisorio.


Las preguntas que quedan pendientes es todo lo que implica el mercado petrolero, en un caso como el ecuatoriano que es un país megadiverso y que dejaría ese petróleo bajo tierra, los países que lo comercializan tienen esas dudas.


¿Quién pagaría estas emisiones netas evitadas?

Lo que proponemos un esquema de registro en el que los países esencialmente son los que van a lidiar económicamente con estas compensaciones. En términos generales tú tienes un compromiso como el Yasuní, donde los países están contribuyendo.


¿Y la crisis económica no juega en contra con estas iniciativas?

Todos estos elementos juegan en contra pero a la vez juegan a favor. Si para 2015 queremos tener 85% de energía renovable, se necesita esa plata. Son los mismos elementos que juegan de los dos lados de la cancha. Y jugaron en Río +20.

María Luisa Carrión