Cierta vez leí a un periodista español quejarse por el ruido incesante que se origina en Guayaquil. Su nota la publicó en un blog de noticias sobre turismo. Confieso que me molestó mucho su forma un poco peyorativa de referirse a Guayaquil, a la que calificó de sitio de gente con gustos simples, caluroso y extremadamente ruidoso. Él se quejaba por los pitos de las bocinas que provienen de autos y de algunos buses que por su vetustez jamás pasarían una revisión vehicular a causa de las grandes nubes de gases tóxicos que emanan.
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En aquel entonces pensé que exageraba, específicamente por lo de simple y ruidosa. De ahí que decidí, hace un par de días atrás, caminar unas cuantas cuadras a lo largo de la calle Rumichaca y sus intersecciones como Colón, Diez de Agosto y Aguirre… caminé por el centro de Guayaquil, algo que confieso, me gusta hacer.
¿Por qué? Me recuerda a mi niñez. Los largos paseos junto a mi madre. El centro de la ciudad es una zona que aglomera el comercio popular. Puedes encontrar, desde locales de venta de muebles, electrodomésticos, ferreterías, hasta tiendas de productos naturales donde muchos acuden por el remedio que los vuelva más vigorosos y así responder como se debe a la dama que los acompaña.
Son estampas que no puedo dejar de disfrutar de ese Guayaquil criollo, pintoresco. Donde su gente camella a full para poder comer…porque la “cosa está dura”.
Pero en la actualdiad es imposible disfrutar ese panorama por el insoportable ruido de los buses, que luchan por rebasarse el uno al otro. Ni hablar del pito de los taxis y del reggaetón o perreo que a todo volumen sale del parlante de un negocio para atraer a la clientela. A todo esto se suma el ruido del taladro de una u otra maquina municipal usada para abrir nuevamente una calle por donde ya pasó la famosa regeneración urbana.
Y durante mi caminata mi rostro cambia, degenerándose por todo lo que escucho, que me causa dolor de cabeza y mal humor. Así, una pregunta salta a mi cabeza: ¿Cómo podemos vivir con tanto ruido en Guayaquil?
Según la Organización Mundial de Salud (OMS) el nivel de ruido que puede soportar una persona es de 65 decibeles durante el día y 50 durante la noche. En el hogar, recomienda 40 dB y en el trabajo, 45 dB. Pasados estos índices se considera contaminación acústica, porque atenta contra la salud mental y física del individuo.
Pues deben saber que en pleno casco céntrico, el nivel de ruido del Puerto Principal, llega hasta los 100 decibeles según estudios realizados por la Fundación Médica Contra el Ruido, Ambiente-Contaminantes y Tabaquismo.
Asimismo, un análisis del Centro de Estudios del Medio Ambiente de la Espol determinó que en la intersección de Quito y 9 de Octubre, el nivel de ruido alcanza entre 80 y 90 db, y esos parámetros se repiten en puntos como las calles Machala, Rumichaca, 25 de Julio, Urdesa, Bahía, calle Portete, vía Perimetral y en otras arterias que soportan intenso tráfico vehicular.
La Atarazana es otro sitio, por su cercanía al aeropuerto. Allí el ruido llega hasta los 130 decibeles. Es decir, el doble de lo que puede soportar el oído de una persona.
Ruido, ruido y más ruido y, ¿quiénes deberían normar o sancionar a quienes lo generan? Pues el Municipio de Guayaquil y la Comisión de Tránsito del Ecuador, cuyos representantes aseguran que se hacen controles permanentes y campañas.
Sin embargo, seguimos viviendo entre pitidos, bocinas, reggaetones a todo volumen que están volviendo loco al transeúnte, al que va en su carro, a la madre cuyo bebé llora desconsoladamente por no poder dormir pues así es imposible hacerlo.
Para sancionar, el Municipio tiene la Ordenanza contra Ruidos, publicada el 20 de abril de 1960 y reformada en 1985. Multa con el 12,5% de la Remuneración Básica Unificada a los infractores, que incumplan con alguno de los artículos que expone.
Mientras, en la CTE, el art. 139, literal A de la Ley de Tránsito, sanciona con una multa del 5% de la remuneración básica unificada y la reducción de 1,5 puntos en la licencia de conducir a quienes usen inadecuadamente y reiteradamente la bocina u otros dispositivos sonoros.
Entonces en Guayaquil, hay leyes que sancionan, instituciones que regulan, pero combatir la contaminación por ruido es una tarea de todos, de cultura de respeto, de contribuir al buen vivir. Recordemos que el respeto al derecho ajeno es la piedra angular de la convivencia civilizada y la base de la prosperidad como nación.
Mientras esto se grabe en la mente de todos, trataré de buscar los momentos para disfrutar de mis paseos. Pero espero pronto caminar sin que esta vez el pito de una buseta me haga sobresaltar como alma que ha visto el diablo.
PILAS CON LOS DAÑOS QUÉ PROVOCA EL RUIDO…
Durante la noche los ruidos superiores a los 35 decibeles, pueden perturbar el sueño y a futuro provocar sordera, trastornos nerviosos. Vecino, pilas con esas típicas fiestas con la tecnocumbia de Gerardo Morán, “En vida que me quisieras” a todo volumen.
Y si el insomnio se hace crónico puede provocar problemas físicos y psíquicos. Ademàs, La pérdida de la audición se acumula a través de los años y se presenta generalmente sin dolor. Cuanto más sea el ruido, menor debe ser el tiempo de exposición.
Bessie Granja