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Los hechos fatales sucedieron alrededor de las 13:40 del 2 de julio en la torre A del edificio Las Cámaras y su versión más autorizada es que fueron provocados por un cortocircuito del tablero eléctrico en el sótano 2. La llama se propagó a pisos superiores, lo que provocó que se quemaran los cables de la acometida eléctrica en el piso cuarto.

Un ingeniero de sistemas descubrió el fuego cuando, tras quedarse el piso sin energía eléctrica, abrió la puerta del cuarto eléctrico para encontrar la causa del corte de energía. Una gran humareda salió del cuarto y cubrió el pasillo que conducía a la puerta de emergencia. El humo que surgió de ello, negro y denso, “se apoderó de todas las áreas” según contaría el bombero voluntario Oswaldo Rivadeneira. El incendio puso en evidencia la falta de sistemas de ventilación adecuados para permitir el desfogue inmediato del humo. Las personas atrapadas en los pisos afectados tuvieron que romper los ventanales en busca de aire. Más de 70 huecos en la fachada del edificio son testimonio de ello.

Hubo personas que intentaron bajar por las escaleras de emergencia, pero estaban bloqueadas por el humo. Subieron a la azotea y finalmente fueron rescatadas por helicópteros del Ala de Combate 22 de la FAE. La gente atrapada en los pisos afectados por el humo, según contó el policía Ronald Silva, “estaba queriéndose lanzar por la ventana”. Una de las personas que había intentado descender por los exteriores del edificio fue Jacqueline Alvarado, quien sería una de las víctimas fatales. El mensajero Julio Mackay presenció su fallido intento: “Fue horrible ver a la señora que por escapar del incendio se agarró de una soga, resbaló, cayó y hoy está muerta”. Jacqueline tenía 52 años y se desempeñaba como asistente administrativa comercial de la Cámara de Industrias. Paola Flores, trabajadora de Cervecería Nacional, de 31 años y embarazada, también intentó descender por exteriores. Según su hermano, Juan Flores, ella “intentó bajar por una soga, pero resbaló. Aunque un policía amortiguó su caída con su cuerpo, tuvo daños graves”: perdió un nonato de cerca de 8 meses de gestación, se fracturó la cadera y tiene un trauma en el abdomen. La tercera víctima fatal fue Stefanie Cepeda, de 25 años, recepcionista, compañera de trabajo de Jacqueline Alvarado en la Cámara de Industrias, quien no alcanzó a salir siquiera en busca de aire. Se encontró su cuerpo sin vida en el cuarto piso. Sus vías respiratorias, quemadas. Muerta por asfixia.

Del edificio construido hace 12 años y administrado por la empresa Corpo Cámaras se rescataron 97 personas de los pisos afectados y 8 personas de la azotea. Intervinieron en su rescate 450 bomberos, 54 unidades motorizadas, 17 ambulancias, 70 policías y 4 helicópteros. 19 de los rescatados fueron hospitalizados, 4 de ellos se encontraban en terapia intensiva. El saldo fatal fueron 3 muertos, dos personas y un nonato de cerca de 8 meses de gestación. Unos días después de estos lamentables hechos, en un recorrido de reporteros por el cuarto piso del edificio “se evidenció que las paredes estaban llenas de huellas de manos, que, según un trabajador del edificio (quien prefirió no identificarse), fueron marcadas por las víctimas que desesperadas trataban de buscar una vía de escape”. Una evidencia de la desesperación y confusión que se vivió en esos momentos en los cuales, según Eddie González, trabajador de Cervecería Nacional que recibía capacitación en la Cámara de Industrias, “no sonaron las alarmas”. Karen Ochoa, quien trabaja en la torre B, lo confirma y dice que las personas no tenían idea de lo que ocurría. Ella declaró haber llamado a compañeros que estaban en la torre A y “de ese lado nadie sabía, solo pensaban que se había ido la luz”.

La Cámara de Industrias cubrió los gastos de hospitalización y funerarios de Jacqueline Alvarado y Stefanie Cepeda, sus empleadas fallecidas, así como el traslado de dos hermanos de Stefanie desde España y la hospitalización de sus colaboradores. El caso de Paola Flores es diferente. Ella es trabajadora de Cervecería Nacional y estaba en la Cámara de Industrias por una capacitación. Su hermano espera “no tener que tomar acciones legales”.

Lo dispuesto en las leyes: la prevención de incendios.

La Constitución establece en su artículo 264 la competencia exclusiva de los municipios para “gestionar los servicios de prevención, protección, socorro y extinción de incendios”. El Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización (COOTAD) reitera esta obligación municipal en su artículo 55 literal m) y añade en su artículo 140 que los servicios en materia de incendios “se ejercerá con sujeción a la ley que regule la materia”.

Esa ley es la Ley de Defensa contra Incendios en vigor (con varias reformas) desde 1979. Ella define como contravención a todo acto “arbitrario, doloso o culposo, atentatorio a la protección de las personas y de los bienes en los casos de desastre proveniente de incendio” (Art. 23) y como una contravención específica sancionada con “multa de dos a tres salarios mínimos vitales y prisión de dieciséis a treinta días, o con uno de estas penas solamente” el que los administradores de edificios como Las Cámaras “no tuvieren debidamente instalados servicios estacionarios de defensa contra incendio” (Art. 26 num. 6). El reglamento a esta ley explicita cuáles son esos servicios de prevención de incendios cuya debida instalación es obligación legal mantener.

El Reglamento de Prevención, Mitigación y Protección contra Incendios establece que un edificio como la torre A de Las Cámaras “debe contar con un sistema de detección, alarmas contra incendios, extintores portátiles, sistemas contra incendios, y, de requerirse los accionados en forma automática a través de fuentes alternas eléctricas de respaldo, sistemas de ventilación, equipos necesarios para la prevención y el combate de incendios, los cuales deben mantenerse en condiciones de ser operados en cualquier momento, para lo cual deben ser revisados y autorizados anualmente por el Cuerpo de Bomberos de cada jurisdicción” (Art. 114). De manera general, los edificios tienen prohibida la implementación en las puertas de evacuación “de cualquier dispositivo de cierre que impida el ingreso o egreso, de personas” (Art. 18), deben contar “con personal capacitado para conducir a los ocupantes desde el área de peligro inmediato hacia un lugar seguro en caso de incendio” (Art. 20) y deben construir “una cisterna exclusiva para incendios” (Art. 42). Para los edificios de oficinas (como Las Cámaras) existen algunas obligaciones específicas reguladas en los artículos 168-184. Deben, por ejemplo, contar “con una central de detección y alarma que permita la activación manual y automática de los sistemas de alarma, ubicado en un lugar vigilado permanentemente”. Esta activación automática debe graduarse “de forma tal que tenga lugar como máximo cinco minutos (5 min.) después de la activación de un detector de humo o pulsador” (Art. 176). Deben también contar “con un sistema de alerta que permita la transmisión audible de alarmas locales, alarma general y de instrucciones verbales, y un sistema de alarma de incendios fácilmente discernible de preferencia con sistema de detección de humo y calor que se activa automáticamente” (Art. 177). El que el edificio Las Cámaras haya sido construido antes de la vigencia de este reglamento (abril del 2009) carece de relevancia, pues es obligación legal suplir las medidas de seguridad insuficientes en las construcciones ya existentes (Art. 125).

El incumplimiento de estas disposiciones es una contravención que el Primer Jefe del Cuerpo de Bomberos de la jurisdicción (en el caso de Guayaquil, Martín Cucalón) debe notificar a la autoridad competente para su correspondiente sanción de conformidad con el artículo 34 del Reglamento General para la Aplicación de la Ley de Defensa contra Incendios.

La opinión de las autoridades responsables: “pero qué le vamos a hacer, así son las tragedias”.

El presidente de la Cámara de la Construcción, José Centeno, declaró que “el edificio fue construido con todas las medidas de seguridad. Había puertas de emergencia, pero no pudieron ser utilizadas por la gran cantidad de humo”. Según él, el edificio recibía un mantenimiento adecuado, “pero qué le vamos a hacer, así son las tragedias”. Él atribuyó la no aplicación de las medidas de seguridad a que “en ese momento todos fueron presa del pánico”. El Primer Jefe del Cuerpo Bomberos de Guayaquil, Martín Cucalón, coincidió con esta idea, pues “lamentó que, en su desesperación, las personas que huían dejaban abiertas las puertas de emergencia, lo que provocó que la mayoría de pisos se llenaran de humo”. Ninguna referencia, por supuesto, a fallas en la prevención. No van a dispararse en el pie.

Todavía no existen pronunciamientos oficiales, ni de los responsables de la seguridad en el edificio Las Cámaras ni de las autoridades encargadas de controlar el cumplimiento de las normas de prevención de incendios, sobre estos hechos fatales.

La opinión de los expertos en seguridad: “en la Cámara dijeron que eso requería de una inversión muy fuerte”.

Según cifras del experto en seguridad industrial y empresarial, Iván Ramos, el 90% de las 500 empresas más grandes del Ecuador (187 de las cuales se encuentran en Guayaquil) no cuentan con planes de emergencia. Ramos sostiene, por contraste con un simulacro de evacuación en el edificio Centrum en el que él había participado cuyo tiempo de evacuación fue de ocho minutos, que el tiempo para evacuar un edificio como Las Cámaras debería ser de menos de ocho minutos. Él afirma que el edificio Las Cámaras “contaba con los dispositivos de seguridad contra incendios” pero lo que faltó fue “la falta de capacitación, lo que incidió en el uso inadecuado de los implementos. [] Y es lo que pasó ayer, que nada funcionó en el momento. La gente no estaba preparada para una emergencia de esta magnitud”.

La primera página del Expreso del jueves 4 de julio publicó como titular la escalofriante estadística de que “solo el 1,2% de empresas cumple las normas de seguridad”. La cifra se basaba en los datos proveídos por el Colegio Regional de Ingenieros Industriales de que en Guayas sólo 300 empresas de 25.000 cumplen con las normas de seguridad. Su presidente, Édgar Alcívar, “duda de que en el edificio Las Cámaras hayan tenido un plan de evacuación o que se hayan realizado simulacros periódicos, pues de ser así –asegura- no hubiesen sido tantos los afectados”.

El vicepresidente del Colegio Regional de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos del Litoral (CRIEEL), Arturo Clavijo, sostiene la hipótesis de que “los sistemas de protección eléctrica no actuaron adecuadamente. […E]l breaker no actuó [y] continuó dañándose el conductor hasta que empezó a ocasionar la llama”. Su gremio ha constatado que las empresas ponen (para ahorrarse unos dólares, a costa de la seguridad de todos) poca atención al sistema eléctrico. Según él, en esta cuestión “es en la que menos se invierte en edificaciones grandes”.

Más enfático es el ingeniero Dorian Mosquera, que realizó una inspección en el cuarto y quinto piso del edificio Las Cámaras, a pedido de la Cámara de Industrias. En esa inspección descubrió, por ejemplo, que si bien tenían manguera contra incendios en cada piso, la manguera estaba conectado a un reservorio de agua vacío “porque utilizaban esa agua para hacer limpieza”. Descubrió también que,

“las paredes interiores del edificio son de un material con poca resistencia al fuego. No se contaba con sensores de humo, las puertas de evacuación funcionaban con un cerrojo magnético, los extintores no eran los más adecuados para áreas cerradas… Además, hice un encuesta rápida sobre los conocimientos de las personas en materia de seguridad y nadie sabía nada. Revisé el cuarto eléctrico. El conducto tenía un hueco, se veía el piso de abajo y el de arriba”.

Después de esas graves observaciones en materia de seguridad, los administradores de Las Cámaras implementaron algunos cambios: quitaron las tarjetas magnéticas para acceder a las puertas de evacuación, cambiaron los extintores, colocaron “una que otra señalización”, pero en lo fundamental:

“no pusieron los sensores, no refrigeraron el cuarto eléctrico, no taparon los huecos, no cambiaron las paredes interiores… En la Cámara dijeron que eso requería de una inversión muy fuerte”.

La opinión ciudadana: ¿qué instituciones otorgaron el certificado de seguridad a ese edificio?

Los antecedentes de este incendio en el edificio Las Cámaras, esto es, las obligaciones legales vigentes para la prevención de incendios y las opiniones de los expertos en seguridad de que éstas no fueron satisfechas por los administradores del edificio Las Cámaras, permiten suponer graves deficiencias de prevención atentatorias a la protección de las personas, las que han sido materia de comentarios ciudadanos, expresados en medios digitales, medios tradicionales y en redes sociales. De entre tantos comentarios, hago mías las preguntas que formuló Xavier García en un carta dirigida a un periódico local: “¿Por qué no funcionaron los detectores de humo?, ¿por qué no funcionaron los aspersores?, ¿por qué no hubo reacción del personal del edificio en accionar mangueras o extintores que debe tener el edificio?”. Y la pregunta final, más importante: “¿qué instituciones otorgaron el certificado de seguridad a ese edificio?”.

La evidencia parece demostrar que los administradores de Las Cámaras privilegiaron su lucro institucional a la seguridad de sus empleados y clientes. Parece también demostrar que las autoridades quieren desentenderse, justificar los hechos fatales por el pánico del momento y meter debajo de la alfombra las graves sospechas de responsabilidad en fallas de prevención que recaen sobre los administradores del edificio y sobre sus autoridades de control. Esta presunta intención de justificarse en sus propios errores (pues el pánico y la desesperación a la que Centeno y Cucalón aluden es consecuencia de la falta de “personal capacitado” –Art. 20 del Reglamento) no debe aceptarse pasivamente, porque hay tres muertes de por medio y no podemos como sociedad ser tan insensibles ante el sufrimiento ocasionado y tan idiotas frente a nuestro propio futuro (pues podría volver a suceder -¡solo el 1.2% de empresas cumplen con normas de seguridad!!! WTF?). Nos merecemos respuestas: tenemos el derecho de exigirlas y las autoridades la obligación de darlas y de explicarnos en detalle, en el caso del edificio Las Cámaras, sobre los hechos que desembocaron en muertes, sobre los altos costos de su fallida prevención.

Las fuentes para la reconstrucción de los hechos son las siguientes notas de prensa:

Diario El Universo

3 de julio

“Dos horas de angustia, muerte y destrozos en interior de edificio”.

“Falla eléctrica habría ocasionado incendio que dejó tres víctimas”.

“Rompieron vidrios, desesperados por el humo”.

4 de julio

“Cuatro horas demoró peritaje en edificios”.

“La CCG analizaba ayer un cambio de su sede”.

“Policías usaron sus sábanas para evacuar a las primeras víctimas”.

“Hasta ayer, mujer no sabía que perdió bebé”.

5 de julio

“Desesperación de las víctimas quedó marcada en el 4º piso”.

IESS anuncia investigación de afectados.

6 de julio

Incendio vs. Seguridad.

Incendio vs. Seguridad.

Incendio vs. Seguridad.

Diario Expreso

3 de julio

“Humo, desesperación y muerte en la Torre A”.

“Familiares angustiados llegaron a los hospitales”.

“Una tarde de horror y caos vivió el norte”.

4 de julio

“Escaparon del siniestro y hoy relatan experiencia”.

Testimonios.

“Policía: La torre A quedó obsoleta e inhabilitada”

“Pacientes estables y con afecciones respiratorias”.

“Dolor en sepelio de dos de los fallecidos”.

5 de julio

“Informe preliminar apunta como fuente de incendio a un tablero eléctrico en el sótano 2”.

“La torre B fue evacuada ayer”.

“Cumplimiento de normas de seguridad es mínimo en Guayas”.

“Entregué informe de las falencias”.

El Telégrafo

3 de julio

“Solo escuché un grito y ella se lanzó”.

4 de julio

“Paola: ‘Madre ya me estoy asfixiando’».

5 de julio

Edificios ‘cerrados’ reportan problemas para evacuar humo.

El Comercio

4 de julio

“Seis personas siguen en terapia intensiva”.

“La Torre A aún no puede funcionar”.

“Joel Mori arrisgó su vida por sus compañeros”.

“Entró en pánico y perdió a la bebé”.


Xavier Flores Aguirre