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@nomediganrosita

La mirada fija en un punto, los ojos bien abiertos pero sin observar nada, estamos viendo hacia nuestro interior. Cuando los sentidos descansan, la mente habla y la creatividad ronda.

Existen “lugares comunes imaginarios” que son refugio de nuestras mentes creativas, momentos en blanco, que nos alejan del mundo normal y de la realidad, para transportarnos a nuestro interior.

¿Cuántos tilingos se necesitan matar para que una idea original llegue a nosotros? Y ¿cuántos más para que la imaginación se active?

¿Qué tan inmortal debe ser un cangrejo para permitirnos arreglar el mundo un ratito? Y ¿Cuántos de ellos deben ser inmortales para lograr un pensamiento alterno y poco común?

La creatividad es un estado sin sentido que se expresa a través… de los sentidos, es el éter inexplicable que está en el entorno al alcance de nuestras manos, dispuesto a ser mezclado con un poco de cotidianeidad para generar ideas, disparatadas, divertidas, pero sin embargo coherentes y muchas veces funcionales, sino pregúntenle a Leonardo Da Vinci.

Pero la creatividad no consiste en decir o hacer incoherencias, va más allá, es astucia y rapidez de respuesta, capacidad de plasmar pensamientos sobre cualquier tipo de lienzo, es trasladar la imaginación a medios legibles por el resto de personas y generar sobre ellas sorpresa o pensamiento crítico.

¿De dónde nace?

Muchas teorías apuntan a que la creatividad nace de la panza o de las patas; otra posibilidad (formulada científicamente por mí) dice que simplemente está habitándonos y masajeando la parte irracional de nuestro cerebro esperando una vía de salida.

“Barriguita llena, corazón contento” el cuerpo humano tarda 20 minutos en avisar al cerebro que el estómago se encuentra lleno. Si la creatividad nace de la panza, quiere decir que en el tiempo en que el cuerpo está mandando esta señal, un tilingo o un dios cangrejo pueden aprovechar este descuido de los sentidos y generar una idea original. Aunque quizá sean sólo eructos.

Si la creatividad naciera de las patas, entonces deberíamos andar descalzos por el mundo absorbiendo texturas y temperaturas. Luego llegar a casa con los pies malolientes y destrozados, pero llenos de información.  El momento clave para el ataque tilingo-cangrejoso sería cuando concentrados en el movimiento repetitivo al lavar nuestros pies, anulemos el resto de sentidos y permitamos la introspección.

No debemos sobre-ocupar nuestros sentidos, no debemos dejar que nos bombardeen de información.  La contaminación visual mina el campo de la creatividad y ensordece, ocupa todo el espacio libre de la mente en un ciclo infinito, sin luego darle tiempo de procesarla y generar pensamientos alternos.

Siempre me ha parecido más lógico que los tilingos sean los inmortales, y los cangrejos los que se pueden cazar, pero he llegado a la conclusión de que eso es más hambre que creatividad.

No Intentemos despertar de este trance a las personas, respetemos los momentos de introspección, pues son momentos de ligar ideas, de generar conexiones y de despertar a la imaginación. Permitamos que se casen tilingos indiscriminadamente, pues no corren peligro de extinción, y dejemos que los cangrejos sean doblemente inmortales (sí, ya sé que no se puede ser más o menos inmortal, pero sean creativos, debe haber una forma). Dejemos espacio a la imaginación.

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Rose Regalado