El guionista francés Jean Claude Carriere, cuando se consideraba hippie, estuvo enamorado de su amiga la fotógrafa Mary Ellen Mark y de otro joven, director de cine, que ustedes probablemente conocen, porque se llama Milos Forman y es el responsable de llevar al cine la historia de Ken Kessy, que retrata como el poder sobre el cuerpo de los otros, puede convertir en un tirano a cualquiera.
https://gkillcity.com/sites/default/files/images/imagenes/51_Varios/milos%20forman%20por%20m.e.%20mark%202.jpg
Este hombre que no puede mirar sin dejar comprender el contexto, también se siente atraído por el significado de la cultura hindú.
Carriere recorre México, Nueva York, París y España. Nos cuenta que París es una mujer, para algunos, una anciana que
exhibe sus joyas. Vemos una arquitectura muy diferente a la nuestra, alejada de cualquier forma simple, donde se asientan los ríos, casas puentes y personas.
En la India aparece una visión politeista de elefantes sagrados y en México, el guionista tiene la gentileza de presentarnos a un “hombre común” (Con esto quiero decir un vendedor de la calle de esos que aparecen en los registros, en medio de la queja, la balacera o la muerte) que mide la honradez de la gente, lanzando monedas a la calle.
Una escena que narra el malentendido que se produce entre la gente, que dice algo, que el otro, siempre va a entender desde su marco referencial. Son ideas algo duras, que aquí se deshojan sin esfuerzo.
El director, está casado con una mujer iraní que reniega de su antigua prisión-velo. La pareja tiene dos hijas hermosas. Sintiendo la cercanía de la muerte, Carriere deja su casa, el cementerio cercano al hogar y visita Nueva York, recogiendo su pasado.
Entonces encuentra a los sujetos de su juvenil afecto. La fotógrafa Mary Ellen Mark y el director de cine, Milos Forman. Ella le muestra una serie de fotografías, Mary Ellen los retrató en blanco y negro, cuando eran atractivos, jóvenes , idealistas y hippies, valga la redundancia.
https://gkillcity.com/sites/default/files/images/imagenes/51_Varios/mary%20ellen%20mark%203.jpg
Entonces íbamos a detener la guerra con el amor, dice en alguna parte de la escena. Pero la guerra, como todos ustedes saben, eclipso sus buenos deseos. Y no me refiero solo a las armas. De aquella época quedaron las imágenes, donde los hombres se abrazan, se tocan y se miran entre ellos. Como lo haría cualquiera pareja identificada por las ideas y el deseo. Entonces eran tres.
Pero no debemos olvidar que la película la estamos viendo un martes, las 1900 en Guayaquil. Una cuna, donde saludamos gozosos, todos los fabricados con madera, a esa aurora gloriosa que es la libertad.
Entonces, aparece la primera imagen en la pantalla del cine. Y empieza el grito: “BIIII”, “IIIIII”.
Las interjecciones, las onomatopeyas se suceden. Tres veces seguidas. Sale la foto, la gente se estremece y pega su grito. Mientras los hombres se tocan en las fotos, con afecto y aparecen mirándose en plano medio y otros mas amplios, los gritos desde la ultima fila suben.
“Así que era maricón el viejo” le dice una joven con lentes de pasta y ropa preciosamente fabricada en alguna tienda alternativa. Se sientan detrás mio. Durante toda la película no ha pronunciado una sola palabra. Otras palabras como muerte, persecución, guerra, Buñuel y cine, no movieron nada en su interior. La imagen de dos hombres expresando su afecto, sí.
¿Qué se puede entender de una interjención, de la sorpresa que produce aun una imagen: los hombres pueden amarse, como lo hacen las mujeres entre ellas, o las parejas heterosexuales?
Me sentí en la escuela, con los mismos chistes repetidos hasta el hartazgo. Viendo la televisión, sucediéndose en la pantalla el estereotipo que ya frisa la barrera de lo recurrente, para convertirse en un signo: del homosexual hay que burlarse, nos tiene que causar sorpresa, porque mueve eso que nos hace reir.
¿Por qué hay gente sigue pensando, que la condición de preferencia sexual, el amor hacia el otro, puede marcar moralmente a una persona?
https://gkillcity.com/sites/default/files/images/imagenes/51_Varios/buuel%20y%20carrire%20por%20m.e.%20mark%201.jpg
Mañana me acostare con alguien y seguiré siendo la misma mujer que diariamente lidia con las guerras de lo cotidiano. Las decisiones que tome no vendrán de la cama donde me acuesto. Decenas de identificaciones moverán mis deseos en la vida que no circunscribe al sexo y a los afectos. ¿Por qué seguimos lanzando juicios morales, al amor?
El lenguaje es una trampa y un pozo, donde el “Biiii”, esconde una burla: el afecto y la pasión del cuerpo, no son para todos. El resto, puede convertirse en burla audiovisual, para el publico de una sala de cine.
Nota: El título de este artículo, es una frase pronunciada por el guionista francés, cuando recuerda sus intenciones de cambio, en la juventud, cuando creía en el amor como un sentimiento amplio, frente al capitalismo.
Fernanda Carrera Toscano