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@silvitabuendia

Hace unos días me llegó un texto sobre homosexualidad y fanatismo publicado en el blog de Ernesto Arosemena, un chico que es diácono. Ese texto venía recomendado de mucha y muy querida gente que veía en las palabras de Arosemena un discurso conciliador, respetuoso y amable sobre lo que realmente dice la Iglesia católica sobre la homosexualidad.

En sus aseveraciones Arosemena dice hablar desde la auténtica fuente autorizada: la misma iglesia. Cita circulares oficiales en las que la Congregación para la Doctrina de la Fe expresamente dice que “es de deplorar con firmeza que las personas homosexuales sean y hayan sido todavía objeto de expresiones malévolas y de acciones violentas”

Por lo tanto, asegura Arosemena, no es cierto que la iglesia discrimine ni margine al homosexual y nunca leeremos en un documento de la iglesia algo como lo que escribió Miguel Macías : “jamás debemos aceptar que estos desadaptados sociales críen a hijos.” Que debemos ir a la fuente, es decir, a los documentos oficiales emitidos por la iglesia. Que para la iglesia la tendencia homosexual no es pecado, sino la relación sexual homosexual. Y que no se condena únicamente la relación sexual homosexual, sino toda relación sexual que se dé entre personas que no sean una pareja conformada por un hombre y una mujer y que estén debidamente casadas por el sacramento del matrimonio. Que el sexo es maravilloso, que lo puedes practicar con tu legítimo cónyuge hasta 25 veces al día y que eso no es pecado para la iglesia.

En su artículo también dice Arosemena que esas son las reglas de la iglesia y que si no te gustan, pues que pena. Algo así como: estas son lentejas, o las tomas o las dejas. Que no es obligatorio para nadie ser católico, que si te bautizaron de bebé y quieres salirte de esta religión puedes apostatar. Ah, y que la iglesia no hace política.

Pero, ¿es realmente conciliador, respetuoso y amable lo que dice la iglesia católica sobre la homosexualidad? ¿La iglesia no margina ni discrimina a las personas homosexuales? Ni siquiera la buena onda de Arosemena para explicar sus puntos me pudo convencer de esto porque siguiendo el consejo de este amable diácono, a la fuente fui y de la fuente vengo. Y encontré muchas cosas en la fuente.

En la misma carta mencionada por Arosemena, algunos párrafos más arriba del texto que él cita, se lee que “la particular inclinación de la persona homosexual, aunque en sí no sea pecado, constituye sin embargo una tendencia, más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. Por este motivo la inclinación misma debe considerarse como objetivamente desordenada. ” Así de simple, aunque la persona homosexual sea casta y célibe, ¿podría ser santa, como asegura Arosemena? No creo, pues tiende a un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. Sigo con la misma carta “Como sucede en cualquier otro desorden moral, la actividad homosexual impide la propia realización y felicidad porque es contraria a la sabiduría creadora de Dios”. Dice también que “la práctica de la homosexualidad amenaza seriamente la vida y el bienestar de un gran número de personas” (eso sí, no explica razonablemente cómo) por lo tanto “la justa reacción a la injusticias cometidas contra personas homosexuales de ningún modo puede llevar a la afirmación de que la condición homosexual no sea desordenada”

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Cuando en las cartas oficiales de la iglesia se habla de homosexualidad se habla de desorden moral, culpa, problema, fenómeno moral y socialmente inquietante, contrario al bien común, pecado, anomalía, mal, carácter inmoral, conducta desordenada y peligrosa, riesgo, peligro en la vida y bienestar de un gran número de personas, imposibilidad de ser tratada como una conducta normal. Por muy educadamente que me lo digan, igual me están diciendo fenómeno inmoral, contrario al bien común, peligroso, incongruente e inquietante. ¿Eso no es discrimen y marginación ¿No lo es? Que venga Dios y lo vea.

¿Qué le queda al homosexual? Llevar su cruz a cuestas a lo largo de su vida terrenal, rogando con todas sus fuerzas que, luego de una existencia de sacrificio y privaciones, una vez en el cielo ya no sea homosexual. Pero, ¡los ángeles no tienen sexo! ¡Qué mala suerte!

¿La iglesia no hace política? A la fuente fui y esto encontré en la fuente en esta carta se habla de la necesaria incidencia de los obispos en la legislación de los países que intenten mediante leyes civiles condenar la discriminación de personas homosexuales. En la historia de nuestro país la iglesia católica se ha manifestado públicamente en contra de leyes como las de registro civil, uniones de hecho; reformas que igualaron la calidad de filiación de los hijos fuera de matrimonio, hicieron posible el divorcio y la despenalización de las relaciones sexuales consentidas entre adultos del mismo sexo. Esto es hacer política.

¿La iglesia aprueba toda relación sexual que se produzca dentro del vínculo conyugal? ¿25 veces al día y esas cosas? Pues tampoco “queda excluida toda acción que, en o previsión del acto conyugal, o en su realización o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación”. Esto lo dice Paulo VI en el número 14 de la encíclica Humanae Vitae. Puede sonar complicado y oscuro, pero así redacta la iglesia cuando habla sobre sexualidad. Para la doctrina y la praxis pastoral de la iglesia hay un nexo inseparable del significado unitivo y procreador de cada acto conyugal. Además, la moral sexual cristiana excluye el placer como connatural al sexo. Es decir, eso de tener sexo solo por placer, por deseo, porque es algo maravilloso (25 veces al día) aún dentro del matrimonio, no es lo que quiere la iglesia. La excepción solo puede darse en el eventual (eventual) recurso de métodos de regulación de la fertilidad siempre y cuando estos métodos sean naturales y siempre y cuando sean con vistas a la procreación, pero responsable.

Para la iglesia, el tema del deseo sexual es un gran tema, y no necesariamente importa si este deseo se concreta. ¿Qué dijo Juan Pablo II en 1980? “Todo el que miró a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón.” Por lo tanto, ni siquiera es válido mirar y no tocar, solo con desear ya sonamos. Tampoco olvidemos que la iglesia mantiene una cruzada anti placer sexual autogestionado. Se opone rabiosamente a la masturbación por considerarla “una acción intrínsecamente y severamente trastornada.” Para más información, acá.

Es reconfortante el tono bonachón de Arosemena. Pero sucede que con todo y su tono educado y amable, nos dice que la iglesia no dice y no hace ¡lo que en efecto sí dice y sí hace!

Personalmente, prefiero a esos religiosos que son abiertamente críticos con su iglesia y luchan desde dentro para confrontar las reglas e intentar cambiarlas. Casos como el de la monja Margaret A. Farley quien por su libro Solo amor está inmersa en una tremenda disputa con el Vaticano. Acá la nota o el caso del Cardenal de Berlín, el alemán Rainer María Woelki que propone que la iglesia católica dé un trato equitativo a las parejas homosexuales como si fueran heterosexuales.

Dentro de los comunidad religiosa católica no existe una postura sólida y unida respecto a la postura moral sexual de la iglesia. Esta postura que consta en los documentos oficiales no está siendo aprobada con unanimidad, se está dando una seria discusión respecto de estos temas y existe disidencia. Claro está, esta disidencia tarda en concretar cambios porque estamos hablando de que la jerarquía eclesial es gigante, burocratizada, tiene un Estado (es la única religión en el mundo que tiene un Estado) y no por ser una Santa Sede es inmune a las terrenales maquinaciones y lucha de poder. A la fuente fui y de la fuente vengo. Hace pocos días estuve en el Vaticano. Pude conocer personalmente que ese imperio se está cayendo a pedazos en medio de una intriga donde abundan la ambición, el fraude y la deslealtad. Y de ese pequeño Estado, de esos hombres falibles, salen las normas que deben regir la moral de todos los católicos. Qué miedo.

En lo que sí estoy de acuerdo con Arosemena es que nadie te obliga a ser católico y que el recurso de la apostasía existe. Además, la apostasía es refácil de llevar a cabo.

También estoy de acuerdo con Arosemena en eso de ir a la fuente. En informarse convenientemente. Por eso de que la verdad nos hará libres y esas cosas. En efecto, la información es poder. Debemos estar informados y no decir cualquier cosa. No decir, se me ocurre por ejemplo, que igual de nocivo es el machismo que el feminismo. Machismo es la falsa superioridad del hombre sobre la mujer. Feminismo es la defensa de la igualdad de derechos y oportunidades de todos los seres humanos. Sin distinción.

Amén.

Silvia Buendía