Viene del reino de lo que ya fue, de lo que no es, y nunca será. Y pese a toda esa negación atemporal, seguirá existiendo y siendo para todos lo único que hay. Es el Poderoso Imaginario, ese capaz de enturbiar la conciencia y sapiencia más fina, y de construir verdades carentes de lógica y condumio, pero que están ahí, incólumes, perennes, nada ni nadie las toca ni reprocha, ya que para sus crédulos, no existe otra forma de ver el mundo. A continuación, una lista de los poderosos imaginarios que dominan la mente guayaca y ecuatoriana:
La Terminal Terrestre: Este edificio fue el ejemplo de cómo convertir en pocilga millones de dólares invertidos. Para todo mortal que pasó por sus roídas estructuras, quedo estático en el pensamiento las imágenes de un espacio destartalado, sucio, hediondo y botado. A la Terminal trataron de revivirla, le cambiaron nombre, diseño y contenido, pero poco tiempo después del renacimiento, el imaginario les cobró partida. ¿Vamos a pasear al terminal? ¿Estás loco? ¿A ese lugar horrible? De poco ha servido la nueva inversión, ya muchos de sus locales están cerrados o a punto de sucumbir, los baños recuerdan la pestilencia de siempre, sus esquinas comienzan a mearse, y su destino empieza a preocuparme. Ya no es lo que era antes, pese a su descuido, supera a la que fue en tempos noventeros, pero para la mayoría de usuarios, nunca lo dejó de ser.
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El Municipio Socialcristiano: Fundado y aguantado bajo el recuerdo de Bucaram, El Municipio de Guayaquil es el mayor beneficiario de un imaginario que caló profundamente en la sociedad guayaquileña: el horror roldosista. Terror que ya no es, porque no existe, ni hay esperanzas de que vuelva, pero lo suficientemente aterrador para aglutinar contrarios. Miles de habitantes de esta ciudad mantienen intactas las imágenes de un Cabildo corrupto y cochino. Descuidado, de maltrato al usuario y de coimas por doquier. La memoria de Elsa bailando salsa mientras tiraba juguetes destartalados desde un balcón a la “masa”, es lo más triste que un guayaco recuerda de su andarivel político. Después de eso, cualquier cosa es mejor, y esa cualquier cosa la hizo León y la sigue Nebot. Cuando las ideas se le acaban a los dueños y amos del Municipio hace 20 años, basta con mostrarle al público retratos de antaño para que el poderoso imaginario cese las protestas y acepte callado cualquier desparpajo o carpetazo.
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El “Nine” Kaviedes: Este es un imaginario que me resisto a soltar, como muchos de los fanáticos del fútbol. De aquel flaco que deslumbró la retina con gambetas, goles, pases y que con su cabeza (dura cabeza) dio el primer mundial para este chico país. De eso ya no queda nada, peloteramente hablando. Fracasó en todos los equipos que estuvo, sin regularidad, sin superar sus propias cifras o pretensiones. Ejemplo de lo que no debe hacer un deportista profesional, para la buena suerte de su imagen, el colectivo aún lo acepta,lo quiere, y espera. Ya reflexionará, anhelamos. En el imaginario social, Kaviedes es un buen tipo, solo que incomprendido. Mientras sigo creyendo que todos le tenemos más fe que la que él mismo se tiene.
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28 de Mayo: Este es un imaginario novel, pero que por su fuerza y contenido, precede cualquier otro concepto creado anteriormente. 28 de mayo retumba en las sienes ecuatorianas como sinónimo de perreo sucio, putas, locas, chiquillas malcriadas, zorras, etc. Bastó exponer la vida privada de unas estudiantes de ese colegio, para que el nombre de la institución asumiera todas las calificaciones impropias conocidas que el machismo imperante en la sociedad le puede otorgar a una mujer. Hoy por hoy, esta entidad educativa vive un proceso de transformación total, empezando por otorgar diversidad de género a sus estudiantes, que en definitiva poco o nada importa al gran conglomerado. Así un próximo o próxima Nobel salga de sus patios, siempre seguirán siendo las “sacapuntas” del 28. Con toda la burla y daño que eso causa a los jóvenes que se educan ahí.
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Satya: A pesar de que pequeña apenas balbucea unas palabras, su vida se ve enmarcada por un imaginario de los más añejos y temibles: el odio a lo que no se entiende. Desde que tengo memoria, la iglesia, la familia, los amigos, desdeñaron siempre de todo lo que fuera o pareciera “homosexual”. Calificado como malo, obsceno, impúdico y antinatural, crecimos detestando y huyendo de cualquier contacto con gente “desviada”.
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Hoy, el círculo, así muchos no quieran, se cierra cada vez más y más. Todos tenemos algún familiar, amigo, conocido, compañero de trabajo, que es gay o lesbiana. Vemos en la teve parejas homosexuales que se casan y juntan en distintas partes del globo, observamos como nuestra Constitución respalda sus uniones (aunque se presta a interpretaciones muy subjetivas). Todo apunta a que la aceptación hacia estos hombres y mujeres es un proceso que avanza y no se detiene, pero a pesar de todo eso, siempre, seguirá siendo para nuestros adentros, una herejía. Talvez Satya pueda romper con ese imaginario, y crecer con un nuevo concepto de sociedad libertario y sin derechos de primer y segundo tipo. Pero si los cabezadura de sus predecesores, nosotros, no soltamos la lección aprendida de lo que es ·bueno” o es “malo”, la pequeña tendrá pocas oportunidades de evolución.
En estos ejemplos, disímiles entre sí, la premisa se repite una y otra vez.: Somos lo que queremos creer, no lo que vemos y vivimos. Amparados en lo que nos dicen, aunque sea erróneo o equívoco, pero válido al fin para evitar pensar, analizar, criticar, debatir, construir. Porque edificar nuevos conceptos sociales es una tarea individual dura, de agallas, de tomar iniciativas y romper moldes, de zafar ideas preconcebidas que superan la realidad, de aceptar que lo real es lo que exista ahora y que el pasado ya pasó.
Los imaginarios predominan nuestra cultura y formas de entender el mundo. Podemos seguir siendo esclavos de ellos o comenzar por aceptar que todo cambia, se transforma, evoluciona. Desde casos individuales y más superfluos como el de Kaviedes, hasta temas colectivos y de relevancia social gigante como el caso Satya, es momento de soltar ataduras que para este 2012, simplemente fueron, ya no son, y no serán más.
Ángel Largo Méndez