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@boderoff

Escribo desde la comodidad de mi hogar, con un aire acondicionado que tengo en el frente de batalla contra el calor, que a veces se descompone y empieza a vibrar, de manera que tiene que ser dado de baja con santo apagón y comenzar a rezar un padre nuestro para que el calor no se nos suba a la cabeza. A veces creo que en vía a la costa o especialmente en Terra Nostra suceden cosas extrañas y extremadas.


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Acá el sol pega como en ningún otro lado de la ciudad, no hay donde meterse sean las 13h00, las 15h00, las 18h00, en cualquiera de sus zonas horarias el sol como si se fuera desprendiéndose de la tierra a las 18h00, deja el ultimo rayo de luz, ardiente, cegador y al mismo tiempo toda esa insolación es un espectáculo natural, universal; durante el tiempo que he vivido en vía a la costa nunca había visto ocasos tan agonizantes, como si el día arrastrara consigo toda la luz; se observa la cordillera Chongón – Colonche, una geografía digna de una pintura impresionista y las nubes hacen formas ambiguas que bien podrían ser de otro planeta, están por montones, se mueven en manada y parece que tuvieran vida propia.

Por otro lado cuando llega la noche, el manto espeso y oscuro que se posa sobre las carreteras, las casas, las urbanizaciones, consta de una Vía Láctea, de Andrómeda I, II,III  y la Osa menor;  de la carretera a la casa, camino diariamente casi medio kilometro, eso me da tiempo para bajarme del bus, cruzar la calle, caminar y al mismo tiempo levantar la mirada hacia arriba, allá, hacia donde el ser humano ha observado por millones de años preguntándose sobre su existencia y puedo por casi 3 minutos recrear esa experiencia y darme cuenta de que frente al universo, la historia de la humanidad es atómicamente, nada.

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Las madrugadas, frías como ninguna, en las casas el calor de toda la tarde se ha acumulado y en las calles el viento hace de las suyas, como no hay edificios como en el centro o lomas como en otras partes de la ciudad, cualquier tipo de evento natural puede darse con más intensidad; es por eso que cuando llueve, el cielo se desploma, los dioses saltan sobre este mundo renegando sobre el mal que le estamos haciendo, llueve sobre mojado, place quedarse en casa tomando chocolate caliente o salir a correr despavorido como escapando, con la nariz apuntando a la luna, a ratos libre, a ratos terapéutico, lo intenté en algún momento.

Las mañanas, recolectan el frío de la madrugada y luego se adhiere a la media tarde, los rayos de sol contentos se meten sin permiso en las casas, habitaciones, entra por mi persiana y la cierro, no les doy chance, vienen a levantarme y lo que más deseo es poder seguir durmiendo, pero no, seguir dormido no tiene sentido.

 

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Nelson Bodero