Me encantan estas visitas que salen de un momento para otro, sin mayor programación. El jueves, a eso de las cuatro de la tarde, me quejaba amargamente por twitter de que por complicaciones de trabajo permanecía hasta esa hora, inclusive, sin probar bocado. En mi rescate apareció @luisacuestav que, como ya lo había hecho varias veces antes, me recomendó ir “donde Petita” y pegarme una buena porción de hígado a la parrilla. Tras el chatuiteo de rigor quedamos en que tipo seis y cuarto pasaría viendo a Luisa y a @panchoaguinaga para dirigirnos juntos al local de Petita, en Tulcán y Gómez Rendón -suroeste de Guayaquil que, sostengo, tiene la mayor incidencia de huecas pepa por metro cuadrado de toda la ciudad.
En plena hora pico del tráfico, cortamos camino agarrando la ruta Loja-José Mascote para bajar hasta casi Gómez Rendón. Calculo que nos unos veinte minutos y ya alrededor de las siete de la noche, con el hambre acumulada de todo el día, ubiqué el famoso sitio de Petita del que tanto me habían hablado @luisacuestav y @panchoaguinaga. El lugar, cuyo nombre oficial es “Restaurant Dayerly”, funciona en una antigua casa hoy adecuada para hacer las veces de cocina y comedor; el grueso de las mesas se ubican en la parte exterior, sobre la acera y junto al asador que maneja una de las hijas de la señora Petita.
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Doña Petita Reyes Reyes, dueña del sitio, se ubica al fondo del lugar, apartada de los comensales. Sus hijas atienden a los clientes mientras ella se encarga de administrar el negocio -desde temprano por la mañana va personalmente a comprar las carnes para el día con el fin de asegurar frescura y calidad- y de manejar la cocina: prepara los platos que se cuecen en olla y adoba las carnes que posteriormente irán a la parrilla. Hace 40 años, más menos, empezó a atender al público en esta misma cuadra de Tulcán y Gómez Rendón. En aquellos años iniciales, Petita vivía en un departamento al frente de donde se ubica actualmente el restorán. Por ese entonces comenzó con almuerzos pero poco a poco la carne asada, que en Guayaquil va casi indisolublemente acompañada del plato de arroz con menestra, hizo su aparición y se estableció como la marca de la casa. Con la carne asada vinieron otros asados tradicionales como pollo y chuleta a los que agregó el hígado de res, marca registrada de Petita.
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Como sucede en varias huecas de Guayaquil, la carta consiste de platos que se pueden pedir todos los días y “especiales” que sólo se hacen disponibles uno o un par de días a la semana. Nosotros llegamos en jueves, que justamente es el día en que ya están disponibles las chuletas y el seco de gallina -que repite los martes. Otros especiales son el moro y el pollo a la coca cola, los lunes, y la corvina –entera o fileteada-, los miércoles. El arroz con menestra y –inserte carne, pollo o hígado- se preparan a diario. Nosotros fuimos por el hígado pero tras un buen trabajo psicológico convencí a @panchoaguinaga que contribuyera a esta crónica de forma activa y pidiera un seco, de tal suerte que tuviésemos más para probar.
Precisamente el seco fue el primer plato en salir pues ya esperaba en la olla, preparado. Acompañado de una porción importante de arroz amarillo, le metí algo de cuchara, tan sólo como para probar el juguito con arroz. El seco tenía esa acidez característica de los secos populares, que son los que me gustan a mí. El primer bocado basta para levantar efervescentes los vectores gustativos de la sección lateral de la boca. Nada que ver con esos secos de hotel en que predominan los sabores dulces, en un esfuerzo por “refinar” el sabor de este plato. El seco de Petita, sin duda, es de los míos.
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Enseguida llegó el hígado asado al carbón y dejé tranquilo a @panchoaguinaga con su plato de seco. Por cuerda separada apareció también un platazo de arroz con menestra que procedí a preparar con la debida operación de echar algo de ají, probar, y echar más ají, y así tantear hasta encontrar el punto fijo para la menestra. Tanto me avoqué a esa tarea que casi olvido que una de las claves para comer hígado es hacerlo cuando está bien caliente (#prohibidoolvidar). El hígado vino con una salsa criolla, de cebolla tomate y limón que utilicé intermitentemente para variar el sabor con o sin ese aditamento. En ambos casos, 10 puntos pues la materia prima daba para todo. El filete de hígado estaba cocinado en su punto. Los que comen hígado seguro sabrán la delgada línea que separa a un hígado jugoso pero bien cocido, de un hígado crudo o, peor, de un hígado “suela de zapato”. Donde Petita, esa línea no se cruzó. El sabor del carbón y el adobo específico de la casa completan un plato espectacular para los que no le temen a las vísceras. La menestra por su lado, acompañó bien. Con base de frejol, esta menestra es del tipo de las poco espesas. Un plato competente que, como decía, acompaña. La estrella es sin lugar a dudas el hígado asado.
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Para tomar pedí un vaso de colada, dulce y frutada. Deliciosa. Cuando pregunté qué nomás llevaba sólo le acerté a la naranjilla y la esencia de vainilla. La cocción, junto con todas las frutas y zanahoria rayada, se realiza en panela. Otra razón para visitar a doña Petita.
Al terminar de comer, y tras los intentos de @luisacuestav por fotografiar la camiseta de Ho Chi Minh que llevaba el único hombre que trabaja en el restaurant, recibimos una cuenta de poco más de tres dólares por nuca. En mi libro, hay una sola cosa más satisfactoria que comer bien: comer bien y barato. Vaya a donde Petita, amigo lector, y coma: bien y barato.
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Ficha Técnica
Nombre: Restaurant Dayerly (Petita)
Ubicación: Tulcán y Gómez Rendón.
Horario: Lunes a sábado. De 12h00 PM a 1h30 PM y de 5h00 PM a 10h00 PM.
Precios: Arroz con menestra y carne o hígado $ 2,50; Arroz con menestra y pollo $ 2,75; Arroz con menestra y chuleta $ 3,75; Arroz con menestra y corvina fileteada $ 3,75; Arroz con menestra y corvina entera $ 4,00; Seco de Gallina $ 2,50; porción carne o hígado $ 1,50; porción pollo $ 1,75; porción chuleta 2,75. Quáker $ 0,60; ensalada de frutas $ 0,75.
Rafael Balda Santistevan