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@marcenoriega

Nota del Editor: PAREDES DE MI CUERPO es un libro que contiene tres poemarios de Marcela Noriega y fotografías de Santiago Serrano. Será editado próximamente dentro de la colección En voz baja, de la editorial GEEPP, de España. Aquí un fragmento.

I El desarraigo

Todo ha pasado ya. La tragedia del amor estuvo por aquí, incendió lo que vino a incendiar, ahogó lo que vino a ahogar. Nos encontramos entre ruinas, como después de un cataclismo antiguo. Es el instante del desarraigo. El desarraigo ocurre cuando el cuerpo y el alma del otro se van, desaparecen, nos abandonan. Nuestro cuerpo se queda inmóvil ante el dolor, pero nuestra alma sale de nosotros en estampida. Se va detrás de la que ha sido su casa durante años, busca la mirada que la contuvo, que la alimentó. Y nos volvemos seres que deambulan, árboles derribados, fieles devotos de las imágenes eternas del recuerdo.

Siempre esperando recompensa por lo que hemos llorado, por lo que hemos perdido. Y el miedo.

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24

Iré tras los pasos del caminante

que lleva mi luz atada a sus pies

Rogaré por una insignia,

por un sentido me arrodillaré.

Y él me dirá que me levante, que vuelva a la cama

de donde salí desnuda y vacía

que regrese a mi angustia y a mi dolor.

Él me visitará en mi habitación

y coronará de semen mi estómago

su barbilla rozará tanto mi pecho

que lo dejará rojo, y sangriento

y yo lloraré en la sombra, en el ángulo de su voz.

Lo llamaré por las mañana ¡Elí Elí!

y él no se volteará,

se irá con sus harapos

a habitar otro cuerpo,

arrancar otros ojos riendo.

25

Tu presencia tapa la oscuridad

con una luz de carbón

que me salva en los momentos terribles,

en los profundos vacíos.

Con un lazo de hierro me atas a tu alma

Tomas una hoja de hierba

y enciendes esa claridad antigua

que calma el fuego ardiente de mi tristeza

26

Intuyo que tu voz es el silencio

los ecos de tu pelo ensortijado

merodean mis labios por las noches

camino sin angustia bordeando tu deseo

tratando de atraer el caos

y lo atraigo.

Lo hago un amasijo

que deposito entre tus piernas

como una lengua que te recorre

sueño que mi saliva

te vuelve un rehén.

 

Marcela Noriega