Catorce años de relación, doce de una ceremonia simbólica, dos de unión civil y cinco meses de unión de hecho. Helen ríe cuando recuerda y enumera las veces que ha celebrado su vínculo con Nikkie. Su nombre completo es Nicola Rothon. Es alta, delgada y de pelo muy corto, alza la voz para conversar y se acerca para escuchar lo que le dicen. A su lado, una chica con un megáfono, repite incansablemente ‘¡Satya existe y tiene dos mamás!’. Helen (cuyo apellido es Nicknell) la observa, grita la frase un par de veces y vuelve a conversar.
Satya es su hija y aunque todavía no cuente con un documento que lo certifique. “Somos una familia”, recalca cuando le preguntan cómo es su relación con Nicola. Reafirmándose, repite “somos una familia” y ríe como quien considera que es una pregunta absurda. Nikkie es la madre biológica de Satya, la concibió a través de inseminación artificial, “pero yo también soy la mamá” insiste Helen.
Aunque su mirada transmite tranquilidad y su sonrisa la secunda, al responder sobre su estado de ánimo sus gestos se transforman. Está ansiosa, lleva dos horas afuera del Palacio de Justicia esperando el llamado a la audiencia. Junto a ella están su cónyuge Nikkie y la hija de ambas, Satya, representantes de cuatro organizaciones GLBTI y una decena de activistas que las apoyan. La notificación de la audiencia la recibieron un mes y medio después de presentar la acción de protección contra el Registro Civil.
En enero Helen y Nikkie acudieron a esta institución pública para inscribir a Satya. El funcionario que las recibió rechazó su pedido y esta escena se repitió en las dos oficinas más que tuvieron que visitar. La doble maternidad está prohibida en Ecuador, repetían y les pidieron que presenten una solicitud por escrito. La presentaron y, también por escrito, la negaron.
En una página y media de contestación, el funcionario del Registro Civil justificó su postura basándose en un reglamento interno que data de 1978. Fundamenta su negatica para que Satya sea inscrita con el apellido de ambas “…en procura de precautelar la seguridad jurídica de la filiación paterna, y en virtud de que nuestra legislación no contempla la duplicidad de filiación materna en una inscripción de nacimiento…”.
Helen recuerda la escena con cierta indignación y agrega que les ofrecieron la opción de inscribir a la bebé de cuatro meses con los apellidos de Nicola únicamente. “Como si fuera soltera y no lo es, es mi pareja y las tres somos una familia”, continúa y hace incapié en lo absurda de la supuesta solución ofrecida por la entidad estatal. Hoy está aquí para luchar por ese derecho, por el derecho que reconoce a la familia en sus diversos tipos y está amparado en el artículo 67 de la Constitución.
“Mujer + Mujer: hermosa familia” reza uno de los carteles que las activistas colocaron en las escaleras del Palacio.
También hay una banda que interpreta música nacional instrumental. Las melodías, los gritos que provienen del megáfono y la bulla de quienes entran y salen de los juzgados no inquietan a Helen. Sube y baja las escaleras, toma la mano de Nikkie y le dice algo al oído. Ambas sonríen.
Pasan 20 minutos de la hora fijada para la audiencia y la respuesta que ellas temían, sucede: “suspendida”. La razón: la audiencia del Caso Cosíos –el colegial que recibió un impacto de bomba por parte de un policía y está en coma- no culminaba y no tenían hora para que acabe.
Sin pedir más detalles, la pareja abandona el interior del edificio y afuera un grupo de activistas las esperan con los carteles en alto, la bandera arcoíris y las frases de apoyo. De la mano, aún sonrientes confiesan que esperan que les notifiquen pronto la nueva fecha de audiencia.
Sin embargo, han pasado cinco días y aún no hay confirmación de la nueva cita. “Estamos tranquilas pero queremos inscribirla lo antes posible, Satya tiene una bisabuela muy viejita que vive y quiere conocerla, queremos llevarla a Inglaterra pero sin papeles jamás podremos”, comenta Helen quien confiada dice que tarde o temprano podrán registrarla y que en unos años más registrarán a su segundo hijo. “Esta vez yo seré la madre biológica pero nos pertenecerá a las dos, al igual que Satya; seguiremos siendo una familia”.