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Hace unos días Revista Expresiones publicó, en impreso y online, un extracto de mi comentario dado a una de sus redactoras, Johanna Cedeño – a quien agradezco por tomar en cuenta mi opinión. El tema del comentario era una reciente ley aprobada por el Parlamento de Israel que prohíbe la presencia de modelos “demasiado delgadas” en pasarelas y anuncios. Por razones de espacio y editoriales no quedó más que una muy breve exposición:

“No creo que sea correcto lo que se hace en Israel, me parece una invasión a la esfera privada (a los contratos entre las agencias de modelos, las agencias publicitarias y las mismas modelos, etc.). En resumen sí te quitan la libertad de elegir qué ver o qué consumir, te quitan la responsabilidad de aprender por tu cuenta y hacerte cargo de las consecuencias de tus decisiones… En Ecuador el supuesto ‘problema’ de la promoción de la anorexia ni siquiera existe, en la medida de que ni siquiera hay una ‘industria’ del modelaje, apenas se hace a pequeña escala”. Fabricio Terán

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No era mi intención ir a contracorriente de los demás comentaristas del artículo, sin embargo es inevitable en estos casos definir una postura “radical”: o ponerse del lado de la decisión personal o del lado del control de la vida personas por parte de los legisladores. Y es que como dice el título de este texto estoy en defensa de la anorexia, pero no me malinterprete el lector, creo que a nivel personal no es una opción correcta ni saludable, y es un problema social – por la relativa aunque no mayoritaria masividad del fenómeno, por la influencia cultural, y por todas las razones que puedan listar los especialistas en psicología, nutrición, sociología, etc.

Sin embargo esas decisiones a nivel personal – inclusive existe la anorexia como reivindicación de un estilo de vida – son decisiones freaks pero no tienen más víctima que la persona que actúa de esta forma sobre sí misma. Claramente esta afirmación, a la que adscribo, parte desde nuestro estándar pretendidamente científico de juzgar lo insano de tal conducta; porque en el caso de las Pro-Ana su estándar es que evaluar que su conducta es plenamente normal – y no me extenderé más en analizar esto último para no perder la dirección argumentativa. Así mismo podemos ubicar una falla argumental en la justificación de este tipo de legislación: asumir que la delgadez extrema en la publicidad crea jóvenes anoréxicas, que es análogo a aquel argumento ya desfasado de que los videojuegos violentos crean asesinos en serie; como si los seres humanos fuésemos muñecos de trapo carentes del mínimo criterio – que a veces no hay lo suficiente quizás, pero no por eso es regla general llegar al punto de aniquilarnos a nosotros mismos con tanta facilidad.

El punto primordial es, cuál es el rol de las leyes al normar la sociedad

En nombre de la salud pública ¿se debe invadir a la esfera privada? ¿Debe la ley invadir los contratos entre las agencias de modelos y las agencias publicitarias, y los estilos de vida de las mismas modelos? ¿Por qué unos deben invadir por medio de la ley la vida privada de otros? ¿Quién entregó esa potestad a unos sobre los otros? Preguntas que deberíamos hacernos antes de ilegalizar un estilo de vida o una actividad que en cambio no invade (por la fuerza o por la ley) la vida personal de nadie. Porque con ese tipo de invasiones a la vez se abre la puerta a la formación de un Estado niñera-terapéutico, donde los legisladores, como si se tratara de médicos recentado, dicen tácitamente: "eres libre de hacer todo lo que quieras, mientras no te haga daño", "te protejo de tí mismo" por medio de la ley. La ley deja de prevenir o solucionar conflictos –el supuesto rol que tiene o debe tener- para convertirse en una nana.

Leyes de este tipo son además un retroceso intelectual en el plano pedagógico, tratar a la gente como idiota -los legisladores se asumen más sabios que los demás ciudadanos adultos sobre lo que les conviene a estos últimos- sólo tiene como resultado que la gente siga en un estado de infantilismo mental.

Este tipo de luchas legales por convertir al Estado en una niñera es una continuación de un rol de la ley que parecía superado: antes la excusa para ese tipo de regulaciones sobre los estilos de vida era la moral religiosa (curuchupa como decimos acá). Como ejemplo tenemos la prohibición al alcohol, a la prostitución, a promover ideas antirreligiosas u otras religiosas ajenas a la mayoritaria. Invito al lector a investigar el largo historial del prohibicionismo como modelo del rol de la ley, y si le parece ética y pragmática esta visión legal. Donde las prohibiciones se dan en base a argumentos morales subjetivos – pero donde en la realidad objetiva nadie está resultando agredido.

Y si tal proyecto de ley existirá en este país…

Ahora aterricemos el hipotético caso de una ley como como la aprobada en Israel en Ecuador. El "problema" de la promoción publicitaria de la anorexia no existe, en la medida de que no hay una "industria" del modelaje, apenas se hace a pequeña escala, casi artesanal. No hay un gran mercado de la fotografía publicitaria con modelos glamour lifestyle ni de pasarela, sería una ley que no tiene a quien exigir que se cumpla… quizás a las agencias que hacen calendarios sexys (pero ahí les gustan las modelos tucas). Además imaginen la Asamblea Nacional discutiendo de un tema que tan poco conocen y que una vez aprobada una ley así quien sabe cómo habrían afectado las fuentes de ingreso de muchas personas, mientras ellos siguen su vida y pasan a discutir otra ley, tras otra y tras otra.

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Haciendo una analogía, como que existiera una ley sobre el uso de las playas en Bolivia, puede existir porque los legisladores bolivianos la creen pero no tiene efectividad alguna por su disociación con la realidad. Las leyes -se asume, en la visión racional-realista del rol de la ley- deberían tratar problemas existentes o hipotéticamente posibles.

En caso de hacer una ley como esa en Ecuador, enumero sus efectos potenciales,

Sólo serviría para dar noticias que publicar a los diarios –y con esto no denigro que lo hagan puesto que su misión es informar lo que sucede-. Y claro, también el debate en televisión y radio, o dar que hablar en redes sociales y reuniones sociales.

Sirve para dar protagonismo a el o la legislador que esté a cargo de la promoción de una ley contra la delgadez en la publicidad, darle la pantalla suficiente en vista a futuras elecciones o subirle el ego de que “está haciendo algo” por “ayudar” a la sociedad – y puede que esté muy convencido de ello.

En el imaginario colectivo queda aprobada la idea de que el Estado es el encargado no sólo de controlar que no cometamos crímenes, sino también que debe encargarse de cómo debemos vivir. Esta vez con el tema de los modelos no tendrá aplicación real, así que no afecta aparentemente a nadie… pero ya queda el precedente del Estado como guardián de la moralidad de un sector (contra la decisión personal de otros), y la misma lógica la usarán para prohibir cosas "dañinas" o "inmorales" pacíficas que nos sean más cercanas (recordemos el ejemplo de la prohibición de casinos en Ecuador).