Creo que todos y todas, alguna vez, nos hemos hecho esa pregunta casi existencial ¿a dónde se va todo lo que descargamos en el excusado? Sí, este no es un tema tan bonito como hablar de ecosistemas, bosques y animalitos (que sí lo haré pronto). Pero es importantísimo conocer qué pasa en Guayaquil con las conocidas aguas servidas, porque estos temas incómodos también forman parte de lo ambiental, además que afectan a nuestra salud. Porque, si usamos la lógica, la mayoría del agua que consumimos vienen de los ríos que rodean la ciudad, y las aguas servidas por ahí mismo terminan.
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Si nos vamos a la fuente oficial, Interagua (concesionaria responsable del manejo de alcantarillado sanitario, agua potable y alcantarillado pluvial en Guayaquil), el agua que se descarga (las aguas servidas de pipí, popó y otras sorpresas) se va por una red de alcantarillado a 9 estaciones de bombeo repartidas en la ciudad.
Encontré un estudio interesante que me dio otros elementos para comprender mejor la cosa: “Diagnóstico de la situación actual del manejo del sistema de agua potable y aguas residuales de la ciudad de Guayaquil” de Marcela Fiallos, de la ESPOL.
En este texto se señala que en estas estaciones se separa los materiales de gran tamaño. Usan cribas que son una especie de filtros para separar materia grande y luego pasar el agua, donde hay otro filtro para retener “microbacterias” (tipo heces fecales y otras sustancias).
Y aquí viene la parte que me asustó. Esta agua “filtrada” regresa al río Guayas y a ramales del estero. El problema es que no siempre ocurre así, o sea, no siempre es “filtrada” (¡!!!!). A veces las aguas servidas van directo al estero o al río sin ningún tipo de tratamiento, especialmente por infiltraciones o conexiones clandestinas al sistema.
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Y claro que es preocupante, porque es agua que luego se consume. La gente toma esta agua, y además ahí viven miles de animales que luego nos comemos en un rico encocao, cangrejada o encebollado. Para rematar, toda el agua sale a través del estero, por el Golfo de Guayaquil, al mar, donde también hay pesca y bueno, es de terror pensar toda la contaminación que no solo se limita a pipí y popó, o aceites y jabón… pensemos en los químicos y tóxicos de las industrias que funcionan en la ciudad y sus alrededores.
Existe tecnología para prever esto. A tres horas de Guayaquil, en Cuenca, desde 1983 ETAPA (Empresa Pública Municipal de Telecomunicaciones, Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento de Cuenca) trazó una hoja de ruta para prevenir la contaminación de sus ríos por las aguas residuales: construyó 70 km de interceptores en las márgenes de los cuatro ríos de Cuenca y de dos quebradas que atraviesan la ciudad, así como la construcción de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales.
Es decir, que literalmente INTERCEPTAN cualquier tipo de afluente y así protegen a sus ríos. Claro, quién no ha ido a esa quebrada en Cuenca y se ha sentado a tomar sol o conversar al pie del río que sorprendentemente luce cristalino. Tiene sentido. Y ojo que no defiendo a capa y espada a ETAPA, ni digo que trajeron la solución mesiánica pero es evidente que su propuesta tiene resultados bastantes visibles.
Crear estas lagunas artificiales es una alternativa interesante que se ha implementado no solo en Cuenca sino también en poblaciones más pequeñas como Jipijapa, Portoviejo y Shushufindi. No tengo idea si es que es la opción ganadora, pero Interagua está analizando construir pantanos de aireación que depuren las aguas servidas.
Hasta que eso pase, hay que estar pilas, sin traumatizarse claro. Hervir bien el agua, cocinar bien los alimentos o tomar cerveza no más.
Fotos de Camilo Pareja
María Luisa Carrión