Somos de una eficiencia espectacular cuando de joder una buena idea se trata. La defensa laboral que supone un sindicato, usualmente se convierte en una cueva de dirigentes vagos y muy bien comidos. La inmunidad legal de algunos cargos públicos sirve de escudo para atropellos constantes, la democracia la convertimos en carga montón de mayorías, las emergencias en contrataciones oscuras, el amor al fútbol en odio a otros hinchas del fútbol, los derechos humanos en protección para delincuentes poderosos y así hasta la eternidad, pues seguro estoy que ustedes inteligentes visitantes de esta hermosa locura que es Gkillcity tendrán en su cabeza muchos otros y mejores ejemplos de lo que quiero decir.

El Mandato 8 arranca con patada voladora y en su primer artículo ordena “Se elimina y prohíbe la tercerización e intermediación laboral y cualquier forma de precarización de las relaciones de trabajo en las actividades a las que se dedique la empresa o empleador. La relación laboral será directa y bilateral entre trabajador y empleador.” Y para que el enemigo no se vuelva a poner de pie, rodillazo en la mandíbula con el artículo segundo que dice “Se elimina y prohíbe la contratación laboral por horas”.

La tercerización laboral es una buena idea. Y la contratación por hora, también. La flexibilidad en temas tan humanos y móviles como el empleo, cuando son manejadas con coherencia y honestidad, colaboran en generar puestos de trabajo, eficiencia y experiencia. Pero cuando la idea cayó en manos de algunos torcidos desgraciados la explotación al ser humano se volvió una forma adicional de incrementar las utilidades de estos mismos torcidos desgraciados.

De ahí que cuando el Mandato 8 de la Constituyente eliminaba y prohibía la tercerización y la intermediación laboral tratándolas como viles formas de precarización laboral, muchos estuvieron conformes, otros estuvieron cabreados y otros pensamos que ahí se iban al cuerno miles de fuentes de empleo por la culpa del abuso privado y de la ineficiente burocracia que debía controlar esos temas. Lo prudente hubiese sido regular y controlar, no prohibir, pero acá somos es radicales brother.

Como están las cosas en el presente, el mandato 8 ya podría ser derogado. La tercerización debería volver a involucrarse en el movimiento económico y social del país. El Ministerio de Relaciones Laborales tiene ahora un ejército de inspectores que están por todas partes verificando el cumplimiento de varias obligaciones patronales. Porqué no romper este muro ahora que las condiciones de control y posiblemente de conciencia han mejorado. Si ahora hasta la no afiliación al Seguro Social está por ser legislado como un delito, pienso que las condiciones son otras.

Creer que la contratación por horas, de la forma en que está prohibida por el Mandato 8 ya no existe en el Ecuador, es lo mismo que creer que la bailarina que da masajes lo hace solo hasta completar el pasaje para regresar a su tierra. Estos bloqueos radicales lo que generan es clandestinidad y peores condiciones para quienes necesitan trabajar. ¿Cuántos hoteles y restaurantes en temporadas altas no hacen uso de esta contratación? ¿Cuántos moteles no harán lo mismo en el día de la secretaria? La necesidad industrial y económica existe, no cambió por la presencia del Mandato 8. No se puede derogar la realidad.

Toda prohibición que surge de un mal uso de una buena idea es a mi modo de ver una derrota de la inteligencia. Si de esta manera se corregirían las desigualdades, violencias o abusos, tendríamos que prohibir a la gente salir de sus casas. ¿Se debería prohibir la existencia de las autoridades, siendo varias las que abusan de su condición? ¿Del trago? ¿Del cuerpo? ¿De la propaganda de gobierno? ¿De la televisión? ¿Se debería prohibir la existencia de la valija diplomática? Creo que en todos estos casos la respuesta sería negativa, y lo adecuado sería mantener un buen control para que no se filtren 40 kilos de… perdón… se filtren abusos.