28 de octubre de 1987

El texto escrito en la imagen se titula “El FIU a la vanguardia” y en él una persona de orientación política trotskista y candidata a la diputación nacional por dicha organización política destaca tres cosas: 1) “una nueva derrota del gobierno” en la huelga a pesar del Estado de Emergencia; 2) “el ejemplo en el combate” de los militantes del FIU; 3) “impulsar la campaña electoral del FIU” porque en la huelga fueron la vanguardia y en las elecciones venideras “la izquierda es la única alternativa”.

Ese texto se publicó en el panfleto izquierdista Avanzada socialista, No 47, de noviembre de 1987. El 28 de octubre se había organizado un paro cívico ante el cual el Presidente Febres-Cordero declaró por Decreto Ejecutivo 3376 un estado de emergencia bajo cuya vigencia ordenó la censura previa de los medios de comunicación y obligó a que las radioemisoras del país entraran en una cadena nacional dirigida por la Radio Nacional del Estado, al tiempo que detuvo a cuatro dirigentes que organizaron el paro. La razón del paro cívico era protestar contra la permanencia en su cargo de su Ministro de Gobierno, Luis Robles Plaza. Febres-Cordero ignoró las protestas y Robles conservó su puesto.

El día 28 de octubre de 1987 rigió el estado de emergencia en el país y, a pesar de no poseer un dato exacto, debe ser éste el día de huelga al que Palacio se refiere en su narración y a lo largo del cual, en algún momento, “con Jorge Escobar, candidato a Alcalde” Palacio recorrió la Panamericana Sur para constatar (tal es el verbo que utiliza) que los militantes de su organización política eran quienes “daban el ejemplo en el combate” y augurar por ello que en las elecciones siguientes “la izquierda es la única alternativa”.

Detengámonos en esta imagen de Palacio en la Panamericana Sur, un día en el que sale a observar lo que él considera la realidad (unos pocos de sus camaradas agitándose en un fragmento vial del país). Palacio se entusiasma con lo que observa y en la publicación de izquierdas en la que era redactor escribe que ese día se infringió una “nueva derrota al Gobierno”, que él se considera a sí mismo en conjunto con sus camaradas del FIU como “la vanguardia” política del país y que su organización política tendrá un próspero futuro electoral. Lo que Palacio entendía por “realidad” estaba solamente en su imaginación, porque los hechos fueron distintos: ni se logró obligar al Presidente Febres-Cordero a la destitución de su Ministro ni la que él llamó “la vanguardia” obtuvo éxito electoral alguno. Palacio no alcanzó su anhelada diputación nacional y el FIU es materia de la arqueología política del país. Es probable que pocos de ustedes hayan escuchado sobre el FIU alguna vez en sus vidas.

Palacio, sin embargo, no se desanimó: cincuenta ediciones de Avanzada Socialista después, en la No 97, edición publicada durante el gobierno de Borja y dentro de su artículo “Los banqueros exigen más”, Palacio formula su proclama a favor de los trabajadores de su patria (mental):

“Solo así podremos imponer un plan económico de los trabajadores, que sí enfrente a los banqueros imperialistas y dé solución a las grandes reivindicaciones de las masas, ese plan de los trabajadores incluirá:

No pago de la deuda externa.

Congelamiento de precios y tarifas.

Alza de salarios en un 100%

La tierra para los indios que sí quieren producir alimentos.

Control obrero en las fábricas y empresas.

Unidad de los países andinos en una Grancolombia [sic] Socialista para explotar juntos nuestros recursos que hoy nos roba el imperialismo”.

Sobra decir que sus delirantes propuestas en su publicación de izquierdas (¿qué tal eso del “control obrero” de las empresas y lo de la “Grancolombia Socialista”?) no tuvieron ninguna acogida. Su paso por la política partidista y por el periodismo de opinión fueron rotundos fracasos.

Durante la década de los noventa, Emilio Palacio abandonó la redacción del panfleto de circulación limitada Avanzada Socialista e ingresó a trabajar en el diario El Universo, empresa en la que ocuparía con el devenir de los años el cargo de Editor de Opinión y publicaría dos artículos semanales.

29 de febrero de 2012

El trotskista de la Panamericana Sur que luchaba contra Febres-Cordero y despotricaba contra “el imperialismo” está ahora en Miami, conectado a Internet y escribiendo en su cuenta de Twitter @PalacioEmilio.

Antes de ese día en Miami, Palacio había sido acusado por injurias en dos juicios. El primero, iniciado por Camilo Samán; el segundo, por Rafael Correa. Durante el primer juicio, el diario le otorgó a Palacio un “permiso especial remunerado” y Emilio Palacio publicó una “Declaración de la oficina de prensa de Emilio Palacio”, en la que según dijo, todo lo que él tenía era “la solidaridad de los ciudadanos y a ellos apelo”. Según relató Palacio en dicha declaración: “Amigos míos están conformando en estos momentos un grupo de ciudadanos dispuestos a apoyar mi causa. Le pido a todos los que quieran dar una mano en la libertad de expresión y la democracia, que se unan a esos grupos, para lo cual en los próximos días los convocaré a reuniones de trabajo en Quito y Guayaquil respectivamente”. Samán lo perdonó a Palacio, porque así se lo había pedido su padre antes de morir.

El segundo juicio, iniciado por Rafael Correa contra Emilio Palacio y contra tres directivos y contra la propia empresa diario El Universo, dentro del cual el Presidente Correa solicitó una pretensión realmente absurda como indemnización pecuniaria y desproporcionada en materia penal, que fue tramitado de manera irregular y que obtuvo un irresponsable resultado jurídico, mismo que nos aseguraba como Estado un inminente papelón ante el sistema interamericano de derechos humanos, terminó también en el perdón de la pena. En el curso del juicio, Palacio renunció a la dirección del diario y a la publicación de sus dos artículos semanales. Su renuncia fue inmediatamente aceptada. Una vez que Correa anunció la remisión de la pena, le preguntaron a Nila Velásquez, directora encargada de diario El Universo, si Emilio Palacio regresaría a trabajar en diario El Universo, ella respondió: “El señor Palacio renunció y respetamos su decisión”. Así de claro.

En un punto del juicio, Palacio tomó un vuelo y llegó a Miami, donde presentó una solicitud de asilo en la Oficina de Asilo de Miami del Servicio de Ciudadanía e Inmigración porque se considera un “perseguido político” del gobierno de Correa. Allá recibió la noticia del perdón presidencial, concedido el 27 de febrero y al que calificó en su cuenta de Twitter como un triunfo espectacular. Uno podría pensar que una persona que solicitó desde la declaración de su oficina de prensa en abril de 2010 “la solidaridad de los ciudadanos”, que aseguró que sus amigos estaban organizando “un grupo ciudadano” de apoyo a su causa, que anunció la organización de reuniones de trabajo en defensa de “la libertad de expresión y la democracia”, que sufrió un juicio irregular en lo procesal que era desde su misma pretensión y de manera evidente un proceso absurdo, inconstitucional y contrario a los tratados internacionales y que había incluso “ordenado” a los jóvenes de su país “ponerse de pie” (¡?) recibiría felicitaciones en Twitter por lo que él calificó en dicha red social como un “triunfo espectacular contra el totalitarismo”. Pero no fue así: la reacción de la gente fue de generalizado rechazo. Tomemos de ejemplo el siguiente miércoles, dos días después de que Correa anunció la remisión de la pena. Un día random, escogido porque fue el día en que festejamos con Crespo en su casa el que haya ganado el premio India Catalina como mejor actor en el Festival de Cine de Cartagena y el día que perfilamos la idea de este artículo. Ese día fue el 29 de febrero, día del que de inmediato se realizaron capturas de pantalla de todas las menciones que recibió la cuenta @PalacioEmilio a lo largo de ese día.

El estudio de dichas capturas de pantalla arroja como resultado que Emilio Palacio escribió durante el miércoles 29 de febrero un total de 30 tuits, por los cuales recibió un total de 128 respuestas, de las cuales 88 fueron expresiones de rechazo, 18 fueron de contenido neutro y 22 fueron expresiones críticas contra el gobierno de Correa o de apoyo a Emilio Palacio; asimismo, su cuenta recibió un total de 79 menciones, 53 de las cuales fueron expresiones de rechazo, 23 fueron de contenido neutro y solamente 4 fueron expresiones de solidaridad o apoyo. El 68.12% de los mensajes que le escribieron ese día a Emilio Palacio fueron solamente para burlarse o agredirlo.

Los 30 tuits de Palacio abarcan dos grandes temas: el derecho de repetición que obligará a Rafael Correa al pago de millonarias indemnizaciones y las penurias económicas originadas por gastos médicos en que tiene que incurrir en Miami.

El primero de los temas lo inicia Palacio con una pregunta y su respuesta.

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Palacio comete un error. No se trata del derecho de réplica.

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El abogado de diario El Universo, Joffre Campaña, también lo corrige y recibe un comentario:

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Palacio reacciona.

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Y algunos le responden con ironías:

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Según relata en sus tuits, Palacio sostiene que Correa le pagará una indemnización.

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Palacio acusa a Correa de haberse “apropiado” del dinero al que precisamente Correa por su remisión de la pena hecha dos días atrás (?), festejada por Palacio como “un triunfo espectacular”. Algunas de las opiniones que se generaron:

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Palacio ensaya una línea de apelación a la misericordia.

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La gente en Twitter le pierde paciencia.

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Alguna persona también le manifiesta su apoyo:

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Otros tuits de Palacio sobre este mismo tema:

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Es necesario aclarar las afirmaciones de Palacio. Él se inventa unas declaraciones futuras de Correa (“dirá que es deuda externa ilegal”), unos obstáculos inexistentes (“Alianza País quiere modificar las leyes” a favor del Presidente (?) –dicho intención no ha existido) y un escenario de derrota para su enemigo (“deberá vender el departamento en Bélgica”). Las invenciones de Palacio no tienen, como en tantas otras ocasiones, sustento en la realidad jurídica. Si la Comisión Interamericana de Derechos Humanos resuelve sobre el caso de diario El Universo las reparaciones que ella (o la Corte Interamericana de Derechos Humanos, si el caso llegara a esa instancia) podrían ordenar son más bien de carácter simbólico o de garantías de no repetición. Las posibilidades de que la Corte Interamericana le ordene al Estado ecuatoriano el pago de un alto monto indemnizatorio a favor de Emilio Palacio (y que después se produzca la repetición contra los responsables, entre ellos, Correa) son nulas. Si acaso se conduce un proceso ante el sistema interamericano de derechos humanos después de la remisión de la pena, y aún si dentro del mismo se resuelve que el Estado ecuatoriano indemnice a Emilio Palacio, por haberse remitido la pena, la indemnización económica que se podría adjudicar a Palacio sería simbólica, mínima y no atribuible en exclusiva a Correa. Bastante lejos del escenario imaginado por Palacio.

El segundo tema es sobre los gastos médicos en Miami:

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Algunas respuestas:

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En otro tuit, se quejaba de sus “vacaciones” en Miami:

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Algunas de las respuestas que recibió:
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Fuera de los tuits que incluyen a @PalacioEmilio por propósitos informativos, los tuits que mencionan a esta cuenta son mayoritariamente de rechazo, burla o agresión: 53 de un total de 57 son tuits de ese tipo, durante el 29 de febrero. Aquí algunas muestras:

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La pregunta es: ¿Qué ha hecho Emilio Palacio para merecer esto?

La biografía periodística de Emilio Palacio nos presenta su tránsito desde un trotskista que proclamaba el “control obrero” de las empresas en un sus escritos en un panfleto de circulación limitada (Avanzada Socialista) hasta convertirse en un alto directivo asalariado (Editor de Opinión) que escribía en defensa de su empresa en las páginas del “mayor diario nacional”. Ese tránsito biográfico parecería contradictorio, visto de una manera superficial. Pero el Emilio Palacio del 28 de octubre de 1987 que recorrió “con Jorge Escobar, candidato a Alcalde” la Panamericana Sur y el Emilio Palacio del 29 de febrero de 2012, solicitante de asilo en Miami, comparten simetrías profundas. El Palacio trotskista observa los hechos en la Panamericana Sur, se cree victorioso, descubre que es parte de “la vanguardia” y vaticina que obtendrá un triunfo electoral; el Palacio empresarial observa los hechos desde su atalaya editorial, descubre que es parte de una vanguardia que defiende la libertad (en nombre de la cual se atreve a dirigirse al ciudadano para proponerle, pedirle y suplicarle, e incluso ordenarle -son sus mismos verbos y el último de ellos un verdadero WTF?– que se ponga de pie y la defienda), se cree victorioso y vaticina que obtendrá un triunfo judicial y económico, que en los términos que Palacio lo propone es de posibilidades nulas. Como lo eran ganar las elecciones con el FIU.

Visto en sus simetrías profundas, esto es lo que ha hecho el Emilio Palacio periodista (en un lapso de 25 años) para merecer esta falta de apoyo: la persistencia en interpretar hechos de manara errónea, la persistencia en asumir un rol desmesurado en su propósito de intervenir en ellos, la persistencia en fracasar cualquiera que sea su propósito. En un caso de acoso judicial como el de este juicio de Correa contra El Universo, como lo recomienda Javier Darío Restrepo en su Consultorio Ético de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, era valioso realizar un periodismo de calidad, que es aquel que “aporta pruebas y fundamentación de las informaciones, que invalidan las acusaciones y muestran a la sociedad que medios y periodistas son parte esencial de la vida de la comunidad. Por tanto, este recurso garantiza un apoyo social indispensable”.

Emilio Palacio nunca estuvo en capacidad de hacer ese periodismo de calidad y eso le terminó por pasar factura. Hoy, está en territorio extraño, perdido su empleo en diario El Universo (que no le será devuelto) y lejos de suscitar ese “apoyo social indispensable” por su alegada condición de perseguido político de un gobierno pues, al menos en Twitter, la mayoría de gente opta por expresiones de rechazo, burla o agresión. Su futuro es gris e incierto.

El triste precio que a Palacio le ha tocado pagar por su mal periodismo.

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