Presencia de la mafia italo-americana y judía en el cocodrilo verde.

Las ciudades que me conmueven, lo hacen por sus olores… París, la ciudad luz, huele a perro mojado, Damasco a frutas enconfitadas, Dubai a asfalto y arena, Mumbai a lluvia estancada… Para mí, La Habana huele a misterio, mezclado con menta y humo de habano. Caminando por Vedado, paseando por las grandes casonas de Miramar, esquivando las olas resabiadas en el Malecón, justo frente al hotel Nacional, imagino esta ciudad en sus años de pre-revolución: los años dorados del hampa norteamericana. Uno de los recorridos turísticos actuales en La Habana es visitar los lugares emblemáticos en donde el hampa estadounidense de los años cuarenta y cincuenta hicieron su base. En la calle 30 del reparto Miramar encontramos la mansión en donde Lucky Luciano se hospedó durante su corta estadía en la isla, los hoteles Presidente; el nuevo Hotel Habana Libre antes Hilton Habana; el destartalado hotel Riviera; sin olvidar el emblemático Tropicana, el Marina Hemingway que fue el último gran proyecto inconcluso de la época… Fotos de los gánsgters decoran, entre otros, los corredores del Hotel Nacional… Turistas ávidos de recuerdos, citan permanentemente al Padrino II y quieren perseguir fantasmas.

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Génesis de La Habana Mob…

90 millas separan a Miami de Cuba. Desde los años 20, la idea de un territorio libre del FBI, fuera de los Estados Unidos, rondó las mentes de los capos de la mafia de la época. El primero en visitar la isla fue el célebre Al Capone. Según los registros del Archivo Nacional de Cuba, Capone se instaló en el sexto piso del elegante hotel Sevilla Biltmore, en la Habana Vieja. Sin disimular su presencia en la isla, asistió a la presentación de su amigo el tenor Enrico Caruso. Inauguró una sala de billar en Marianao, cerca del estadio hípico Oriental Park. Lo cerró casi de inmediato, sin creer en el futuro de sus negocios en la isla.

Gracias a la Prohibición, las grandes familias ligadas a la mafia amasaron inmensas fortunas. La figura estelar fue Salvatore Lucania, más conocido como Lucky Luciano. Nacido en Sicilia en 1897 en Lecara, emigró con su familia a la edad de 7 años a Nueva York donde conoció a Meyer Lansky. Fue el primer Don del clan Genovese. Jefe de la Comisión, una suerte de Corte Suprema de la Mafia. Ideó junto con Meyer un plan para exportar los negocios fuera de los Estados Unidos. El destino ideal era Cuba. Pero sus planes se truncaron, luego de estar encarcelado durante diez años, fue extraditado a Sicilia en 1946. Los entretelones de su liberación, luego de ser juzgado en 1936 por 30 años es harina de otro costal, el costal de la CIA y de la Segunda Guerra Mundial.

Italia no era el destino predilecto para Lucky. Pero su socio Lansky tenía ya organizada su llegada a La Habana en donde los representantes de todos los clanes mafiosos de Estados Unidos se reunirían en torno a Luciano para crear un Estado criminal desde donde se dirigiría las nuevas operaciones ilegales en el mundo entero detrás de un gobierno «legítimo» abanderado por Fulgencio Batista. En octubre de 1946 llegó a La Habana y se instaló en una gran mansión en el barrio de Miramar.

Del 22 al 26 de diciembre de 1946, los dos últimos pisos del Hotel Nacional, en donde Lansky poseía varias acciones desde los años 30, fueron reservados para el cónclave. Los invitados provenían de Cleveland, New York, Buffalo, Chicago, New Jersey, Louisiana, Florida. Albert Anastasia «el verdugo en jefe de la mafia», Frank Costello quien sustityó en el «Sindicato de la Mafia» a Luciano durante sus años de prisión, Doc Stacher cercano a Lansky, quien resultó el puente entre su jefe y Batista, Vito Genovese, Carlos Marcello, Santo Trafficante, fueron entre otros los participantes en esta convención. Durante las tres reuniones que tuvieron lugar, el tema central fueron los proyectos de la mafia en la isla. Luciano fue el invitado de honor pero el personaje clave sería Lansky. La propuesta más ambiciosa fue el transformar a las Antillas en el corazón del sistema de juegos de azar más grande del mundo. Un proyecto mucho más ambiciosos que el de las Vegas. Vito Genovese defendió la idea de transformar además a la isla en la plataforma de envío y tráfico de estupefacientes (heroína, cocaína y marihuana). Cada uno de los integrantes del sindicato dio al fondo común varios millones de dólares para empezar la gran empresa. Los dados fueron lanzados.

Pero las presiones del vecino del norte fueron grandes. Ecos de esta reunión del Sindicato de la Mafia llegaron a oídos del FBI. El 29 de marzo de 1947, Lucky Luciano fue expulsado de la isla caribeña en un barco de carga, el Bakir, de nuevo hacia Sicilia. Meyer Lansky sería de ahí en adelante, el personaje más importante de la Habana Mob.

Lansky construyó su relación con Batista desde los años 30. Meyer Lansky nació en Grodno (Polonia). Emigró a Nueva York en 1912. De ascendencia judía, su familia se instaló en Lower East Side donde inició sus primeros contactos con amigos que con el tiempo se convertirían, como él, en capos de la mafia. Su mentor fue Arnold Rothstein, el primer capo judío de la ciudad. De Rothstein heredaría su espiritu visionario en las empresas ilegales y la necesidad de la diversificación. La estrategia transnacional del crimen ideada por Luciano y por él comenzaría durante los primeros viajes de Lansky a La Habana a partir de los años 30. Las convulsiones políticas de la época no desalentaron al «judío maravilloso» como se lo apodaba ya en el medio del crimen. A mediados de la década conoce al sargento Fulgencio Batista.

Fulgencio Batista nació bajo la sombra de la ya conocida United Fruit Company. Nació en 1901 en Banes (Oriente). Como su padre, fue zafrero para esta empresa desde su infancia. Se podría realizar varias conjeturas sobre estas primeras relaciones con el Coloso (así llamban en esa época a la compañía americana). Batista tuvo siempre como su norte a los Estados Unidos, siendo siempre fiel al Imperio. Como Lansky, fue autodidacta ya que la miseria los obligó a abandonar la escuela desde su más corta edad. Una de las anécdotas preferidas de Batista fue que a los trece años, con todos sus ahorros, compró la biografía de Abraham Lincoln. Años más tarde, su colección de libros -como él la llamaba- sería considerada como una de las más importantes bibliotecas privadas de la isla. Estos dos personajes quisieron a toda costa borra su pasado paupérrimo con modales obsequiosos y grandes proyectos. Sin embargo, Lansky y Batista diferian en un punto: su imagen pública. Apesar de su look siempre impecable y enorme colección de corbatas, Lansky cuidaba como el que más su privacidad, un halo de secretismo envolvía al capo. Batista por su carrera militar y posterior carrera política, gustaba de cierta mundanidad. Apodado desde su juventud, el Mulato Lindo, Batista, jugaba con su imagen.

Su carrera en la milicia fue fulgurante. Tuvo un rol preponderante en la caída de Gerardo Machado en 1933. Conocido ya por sus talentos oratorios, utilizó de manera osada los escritos de José Martí, el Apóstol de la Independencia Cubana. Desde ese año hasta su estrepitosa huída en 1959 estaría siempre en el pináculo del poder.

El primer encuentro entre Lansky y Batista sellaría para siempre la unión estratégica y hasta amistosa entre estos ellos. El apoyo que Batista daría a la implantación de los negocios turbios de los capos de la mafia estadounidense serían de acero.

 

Los años dorados de la Habana Mob

De 1952 a 1959, la alianza entre los mafiosos norteamericanos instalados en Cuba, liderados por Meyer Lansky y el dictador Fulgencio Batista dio sus frutos. El 10 de marzo de 1952, Fulgencio Batista da un golpe de estado y se instala en el poder, luego de un exilio voluntario en el Waldorf Astoria en Nueva York. Los casinos ya pululaban en La Habana.

Los juegos de azar eran no solo legales en el país sino una política de estado para «incentivar las inversiones extranjeras en la isla» según Batista. La monarquía local, integrada por Lansky, Trafficante y sus acólitos se impuso. Los mafiosos y sus socios no sólo se encarcaban de sus «negocios», además formaban parte de consejos de administración de bancos, instituciones financieras y hasta fungían de consejeros de Batista.

Grandes casinos fueron construidos pero el más importante, la perla rara, el proyecto personal de Meyer Lansky, fue el Hotel–Casino Riviera. Era el más grande establecimiento de La Habana, así como el más lujoso. En pleno Malecón, el hotel Rviera es, en la actualidad, un pálido reflejo de sus pocos años de esplendor. El hotel, ahora siniestro, me recuerda a los edificios de la era soviética… Grandes contradicciones…

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La Habana conocía un período de ebullición: casinos en los grandes hoteles, espectáculos dignos de ciudades como París en los cabarets Tropicana, Sans Souci y Montmarte, el famoso club Shangai donde sus espectáculos pornográficos atraían hordas de turistas extranjeros, clubes de strip-tease y burdeles se reproducían en toda la ciudad.

El Tropicana, el paraíso bajo las estrellas, ha perdido su esplendor desmesurado de los años 50. Desde el café Rodney, dentro del Tropicana, visualizo fumando mis Vegas, las plumas y las coreografías de la época. Inaugurado en 1939 en los suburbios de Marianao, está al aire libre. Rodeado por una vegetación tropical, en él se montaban los espectáculos en donde las bailarinas más bellas realizaban coreografías estrepitosas dirigidas por el maestro Rodney. Martín Fox, propietario del cabaret, lo convirtió (gracias a las inversiones de la mafia) en un lugar mundialmente conocido. Pero el grueso de los ingresos venían de los casinos. Existían dos, lo que constituía el éxito del Tropicana, el uno de lujo para clientes especializados como se los denominaba; y el otro para el pueblo, donde se jugaba «la bolita» juego de azar nacional. Como buena parte de los capos americanos -como Lansky y Trafficante-, Fox nunca jugaba en un casino, prefería según él, «tener toda la suerte de su lado».

Los grandes artistas americanos fueron también personajes importantes dentro de la movida de la mafia en La Habana. El más célebre de entre todos, Frank Sinatra. Sus lazos con el hampa fueron conocidos desde el principio aunque él siempre lo negó enfáticamente. Pero según su amigo cercano, el crooner Eddy Fischer, Sinatra habría declarado «preferiría ser un Don de la Mafia que Presidente de los Estados Unidos». Sinatra prodigó desde su juventud una admiración por los capos en especial por el Capo di tutti cappi «Lucky» Luciano. Dentro del marco de las celebraciones posteriores al cónclave de la mafia en diciembre de 1946, Sinatra llegó a La Habana con una maleta con dos millones de dólares para Luciano. El clásico «maleteo». Interpretó sus canciones en la sala de buffet del Hotel Nacional y se divirtió según testimonios de empleados del hotel, durante días con prostitutas. Pero las relaciones de Sinatra eran además de negocios: invirtió en la construcción, a partir de 1954, del gran complejo llamado Marina Hemingway.

Otros artistas realizaron presentaciones regulares en casinos y cabarets de la ciudad: Nat King Cole, Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan, Dean Martin, entre otros.

El carnaval de la carne se hacía visible en la cantidad de burdeles y espectáculos en que el sexo podía tener las formas más variadas y grandilocuentes. El hampa en La Habana acaparaba los lugares en donde la prostitución representaba el ingreso más importante. Este tipo de negocio representaba el capital simbólico de la mafia extranjera en la isla. Era el símbolo de «hospitalidad» hacia los más importantes políticos norteamericanos de visita en La Habana.. En 1957, el senador de Massachussets y ganador del premio Pulitzer, John F. Kennedy, aceptó una invitación del senador Smathers, quien era gran amigo de Lansky y Trafficante. En el Hotel Comodoro, se organizó una gran orgía para Kennedy.

La estratificación de los lugares eróticos de la ciudad resultó una gran idea y una fuente de ingresos para el hampa. En clubes en el Vedado como el Club 23, el Mocambo o el Pigallelas bailarinas se contorneaban con el cha cha chá.

El burdel más reputado de la ciudad era gerenciada por una española, Doña Marina, y financiada por Santo Trafficante. «El Templo de Marina», era catalogada como la casa de citas más lujosa del hemisferio occidental.

En el barrio Colón, la prostitución se realizaba en la calle. Entre las calles Trocadero, Ánimas y de la Virtud, el mercado del sexo era fácil, rápido y barato, el lugar esencial para los marinos.

Entre los principales sitios gays en la época podemos citar al Club 21 en el Vedado y el propio bar del hotel Comodoro donde la prostitución para lesbianas formaba parte de paquetes turísticos reservados.

Uno de mis lugares preferidos en La Habana es el Barrio Chino, en la calle Zanja, en pleno Centro Habana. Hoy en día, restaurantes en donde se confunden el conejo con el gato en el menú, todo en un ambiente deslustrado, me hacen sonreír. En los años 50, El Teatro Shangai reinaba en el barrio. Sus espectáculos fueron catalogados como «los más obscenos del mundo», actos sexuales en vivo en los que Superman, artista de variedades reconocido en toda la ciudad por el tamaño exacerbado de su pene, era la atracción principal. En las pausas se proyectaban además películas porno en 8 milímetros.

Es imposible dejar de pensar en esta época cuando se camina por el paseo del Prado, al cruzarse con los Almendrones como se denomina a los autos de época: Cadillacs, Fords, Chevrolets y Duesenbergs circulan coquetamente por los lugares turísticos dejando una estela de historia… de la mafia. Se dice que el mismo Lucky Luciano obsequió a la esposa de Batista un cadillac del 46.

Los Barbudos y la estrepitosa caída de la Habana Mob

Fueron los años dorados en la economía cubana. Se comparaba solamente al boom azucarero de los años 20 y 30 en la isla. La vida nocturna extravagante era una pantalla para que la dictadura de Batista atraiga a inversores extranjeros. Todos los recursos del Estado como el azúcar, el petróleo, la madera, las institituciones financieras, las refinerías y todos los servicios públicos fueron privatizados por empresas privadas extranjeras. A comienzos de los años 60, Cuba era para los Estados Unidos el tercer país en donde más se había invertido en el mundo. Pero este período de bonanza no benefició en ningún caso al pueblo. Los problemas sociales no hacían más que acrecentarse. El analfabetismo, las condiciones infrahumanas de vivienda, el hambre, la altísima tasa de mortalidad infantil crecieron exponencialmente a la par que los intereses extranjeros y algunos nacionales se beneficiaban. Se entiende en la actualidad, que en la portada del diario Granma, se publique que en Cuba hay casi mortalidad cero entre los infantes.

El dictador Fulgencio Batista tenía que controlar el ardor revolucionario, tan cubano como la caña de zúcar y el ron, para que no amenace en lo más mínimo los negocios florecientes de la Mafia. Batista convirtió a La Habana en el paraíso del capitalismo desenfrenado. Para los opositores de este régimen fraudulento, los casinos, la prostitución y la influencia de la mafia en los asuntos internos del país fueron el símbolo del pillaje de la isla a favor de los intereses extranjeros. Y el enfrentamiento fue ineluctable. Al interior de la isla, la revolución amenazaba. En el corazón de la Sierra Maestra, un pequeño grupo de guerrilleros hostiles a Batista se preparaban para la acción. Y liderándolos, un abogado carismático, antiguo candidato al Parlamento por el Partido Ortodoxo: Fidel Castro Ruz. No se puede entender el fin de la era mafiosa en la isla sin replicar en la victoria de los denominados barbudos al poder. La resistencia de la guerrilla en Sierra Maestra se alimentaba de las ideas de José Martí, prócer de la independencia de Cuba, asesinado en 1895. Las fuerzas revolucionarias carecían de guerrilleros y de armas pero su fortaleza se mostraba en el hecho de tener una vasta red de partisanos diseminados en todo el país. Los espías de la guerrilla pudieron atravesar los círculos de poder, inflitrarse en los medios del poder y de la mafia.

Los atentados en diversos establecimientos ligados directamente a la mafia corroboraron la idea de que uno de los pilares de esta guerrilla era eliminar por completo la injerencia del hampa en la isla. El más impactante fue el atentado en el Tropicana el 31 de diciembre de 1957. Benny Moré, el Bárbaro del Ritmo, se presentaba luego de ser desterrado del lugar por su debilidad con la bebida. Pero su come-back fue toda una novedad. El cabaret estaba a reventar. Una explosión conmocionó al público que huyó en el acto. Una joven sin brazo, caminaba titubenado entre los escombros. Meses más tarde, se conocería que la joven era una guerrillera, la bomba explotó antes de colocarla en un lugar central.

Los secuestros fueron además un medio mediático utilizado por los miembros del Movimiento 26 de Julio. La Habana debía convertirse en el Montecarlo del Caribe, según Meyer Lansky. Se organizó el Gran Premio de Fórmula 1 en la ciudad. Días antes de la competencia, el líder incontestable de esta disciplina, Juan Manuel Fangio, fue capturado por una célula de la guerrilla. Fue liberado sano y salvo días más tarde. Fangio elogió a sus secuestradores a quienes llamaba «mis amigos» y declaró: «si los rebeldes hicieron esto por una causa justa, como argentino, lo apoyo».

Pero como los medios de comunicación estaban esos sí cooptados por Batista, las noticias sobre los insurgentes eran nulas. Se proclamó en varias ocasiones la muerte de Castro, incluso por el mismo Batista. Pero la suerte estaba echada: el 24 de diciembre de 1959, los rebeldes entraron a la Habana. Dos días antes, Batista huía con sus millones y terminaría sus días en Guadalmina (España) en 1973.

El pueblo enardecido atacó a los simbolos de La Habana Mob: Casinos fueron saqueados, los Teatros como el Shanghai quemados… Los mafiosos no sabían que hacer… Las pérdidas fueron irreparables. A su salida de Cuba, Lansky nunca más recuperaría el capital inmenso amasado en la isla. Sería el verdadero final de una era.

De regreso a Miramar, contemplo las casonas inmensas destinadas mayoritariamente a diplomáticos. Líneas arquitectónicas impecables de los años 40 y 50. Mansiones que no conocemos en nuestro país. En el Museo de Bellas Artes, se puede encontrar mosaicos traídos desde Pompeya para adornar el patio de la casa de Santo Trafficante en la isla. Momias egipcias y sarcófagos formaban parte de las colecciones particulares que abandonaron los mafiosos al huir de la isla. Me resulta dificil concebir las historias detrás de los objetos que cuentan la decadencia de una sociedad vendida a los intereses extranjeros.

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Fotos: Cecilia Ponce