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Tratan de resolver el problema de la pobreza manteniendo vivos a los pobres (…) Pero ésta no es una solución; es agravar la dificultad. El objetivo adecuado es tratar de reconstruir la sociedad sobre una base tal que la pobreza resulte imposible (…) Es inmoral usar la propiedad privada a fin de aliviar los terribles males que resultan de la misma institución de la propiedad privada. Es a la vez inmoral e injusto.

– Oscar Wilde

Estamos atravesando por una crisis estructural del sistema capitalista[1]. Crisis -reflejada de manera multidimensional en crisis alimentaria, financiera, energética- que ha tenido amplia cobertura en los medios, dado que esta vez el epicentro se ubica principalmente en los países del Norte. En cientos de ciudades de alrededor de 82 países, miles de personas se han movilizado a las calles para protestar: un movimiento de masas nunca antes visto en la historia moderna.


 

 

Y con miras a solucionar esto, la tecnocracia internacional propone una fórmula bastante bien conocida en América Latina: políticas de ajuste, que se traduce literalmente en “ajústense los cinturones”. Cuestión que ha generado una fuerte respuesta ciudadana exigiendo y demandando una democracia real.

Este es el tema transversal por el que se convocó al Foro Social Temático, a desarrollarse en Porto Alegre, Brasil, durante toda esta semana: un punto de encuentro para articular una reflexión global estratégica y programática. Todo esto bajo una sola consigna: la convicción de que otro mundo es posible y urgente.

Escribo esto desde la ciudad portoalegrense; vine en calidad de representante del movimiento social Jubileo 2000-Red Ecuador. Movimiento que luchó y que continúa luchando con perseverancia y valentía por la problemática del endeudamiento, que tan fuerte nos golpeó a los ecuatorianos cuando los gobiernos decidieron dedicar gran parte del presupuesto estatal al servicio de la deuda, que en muchos tramos se trató de una deuda odiosa, inmoral e injusta.

La Comisión para la Auditoría Integral del Crédito Público (CAIC) demostró y documentó cómo la deuda fue utilizada como mecanismo de opresión y de saqueo; y, como señaló Alberto Acosta en enero del 2011, este tipo de experiencias demuestra cómo la lógica del Estado de Derecho no es compatible con del andamiaje de las relaciones financieras internacionales: “los países tienen que acogerse obligadamente a los esquemas jurídicos de los países acreedores”.

Esta iniciativa para intentar hacer frente a la crisis capitalista, ha de tomar en cuenta lo atravesado en Ecuador. La metodología utilizada por la CAIC ya es vista por los países del Norte como un ejemplo a seguir. Un intento como el de ahora, que tiene el objetivo de aportar bases para una nueva arquitectura financiera, deberá de incorporar el problema de los espirales del endeudamiento, así como esbozar una doctrina clara de la deuda ilegítima.

Son, sin duda, muchos temas y muchas experiencias para el análisis. Pero por lo pronto lo importante es que las movilizaciones están presentes y latiendo, como síntoma de un malestar que nos ha obligado a dejar nuestro rol de sujetos interpasivos.

El 24 de enero comenzó el Foro con una marcha inaugural; la cual fue, ante todo, una fiesta. Hubiese querido que estén ahí, en ese ambiente de alegría, con tambores que resonaban fuerte y con cantos y bailes que reflejaban esas ganas de construir un mundo justo, equitativo y solidario donde todas y todos entremos.

Espero que este tipo de eventos redunde, siempre, en el bien-estar de los pueblos.

[1] Entendiendo al capitalismo como un sistema social histórico; el cual, en palabras de Wallerstein, se trata de: “ese escenario integrado, concreto, limitado por el tiempo y el espacio, de las actividades productivas dentro del cual la incesante acumulación de capital ha sido el objetivo o «ley» económica que ha gobernado o prevalecido en la actividad económica fundamental”. Wallerstein, I. El capitalismo histórico. México: Siglo XXI Editores, [1988] 2010. p. 7.