*** N.d.E: Primera Selección de poemas de Francisco Santana, el título «Septiembre» es del editor
*Días grises*
Guayaquil se merece estos días grises
La estupidez está contenida en sus calles
El llanto es una lluvia tenue
Como tenue es el dolor de algunos corazones
Aquellos que viven escondidos en madrigueras ajenas
Sufriendo una piel que no les pertenece
Alargando sueños que solo son pesadillas
Pudriéndose en esquinas de risas
Simulando una alegría que no existe
El tiempo pasa como un extraño invento de la memoria
Y la ciudad te traiciona como una puta miserable
Te muerde el alma como un chacal hambriento
Y ya es tarde para inventar otro Guayaquil
Para simular otra historia donde el puerto surja noble
Entonces no hay remedio
La ciudad te asesina igual que el amor
Y descubres que debes escapar
Pero nadie te tiende una mano
Deambulas en busca de una mirada que te salve
Todo es inútil, nadie te salvará. La ciudad te vence siempre.
*¿Quién?*
¿Quién ahora hablará contigo de mí?
en estas oscuras noches de estrellas amarillas
donde el viento de septiembre me trae un otoño con sabor de invierno
vano es todo lo que sabe a eterno sin ti
ahora que piso esta tierra amarga
donde la negación de mi nombre ha manchado todo de oscuro
miro las tierras del sur donde un polvo ennegrecido
impregna de hollín el corazón de los hombres.
Oh memoria, veo que el ser con tus ficticias paces se contenta
donde buscar sosiego para almas malditas llenas de amargura y tanto desdén
lameré el polen de tus ojos que en julio traerás contigo
lejos, donde el invierno de tu corazón mienta para no mojarse
y los gladiolos mueran junto a la nieve fresca de mayo
¿Quién ahora hablara contigo de mí?
ahora, cuando ya no somos continuación
y el calor de tu signo lujurioso no calienta mi pobre cuerpo atormentado
donde buscar sosiego para esta endeble alma maldita y llena de tanto desdén
no vendrá septiembre a rescatarme con un viento de otoño esta vez
y entonces iré por los campos cubiertos de flores putrefactas
donde el perfume de los crisantemos también murió
para gritarme que la estación de las aves y las flores y la primavera
se detuvo cuando una noche cualquiera un disparo rompió mi brazo
y todo me cubrió de olvido.
¿Quién ahora hablará contigo de mí?
en esta oscura noche de estrellas amarillas
donde el llanto triste de niños en la lejanía me retorna a tu vientre vacío
sin semilla que grite un apellido maldito para otros hombres
que vendrán a sentir la piel que solo ha sido fiel a si misma
sin tener respuestas para las mentiras de la noche
de un otoño entristecido y amargo.
*He dejado mi nombre*
He dejado mi nombre
regado por tus lugares
Ahora sé que solo sirve el dolor
para el olvido
En vano salgo a la noche
a nombrarte en medio de la nada
Esta certeza de saberme ajeno de ti
solo sirve para inventarme
otro tiempo sin memoria
La hierba del verano en tu cuerpo,
no me hallará nunca más.
* *
* *
* *
*Crisantemos*
Olor de crisantemos,
la lluvia cayendo en el camposanto
llora la noche su hora de dicha
la tierra siente el peso de mis culpas
septiembre morirá igual que marzo
y también abril
No habrá polvo, solo fango
los huesos cubiertos
ya los crisantemos pudriéndose en mí.
*Días aciagos*
Siento estos días aciagos
como puntas de flechas en mi corazón
huye el tiempo presuroso
se corrompe mi rostro
también mi alma se maldita
¿quién viene a rescatar este infierno?
¿dónde la paz?
¿dónde el sosiego?
esperar
rezar
la locura me entretiene
(ya los días) arrastrándome inexorablemente hacia el fin.
*No vendrá el sol*
No va a venir el sol
a decir nada en la boca de los muertos
de los que yacen bajo el frío de septiembre
sólo habrá oscuridad
en la tierra de la nada
Entonces el aire raspará las paredes de los cuerpos
Después habrá silencio y nacerá la maldad
Que nunca pudo venir a visitarnos
ahora el dolor habita en tus ojos
que llorosos dicen que existimos por siempre
en la noche de las sábanas.