Ser periodista no es una tarea sencilla. No si lo que quieres hacer es revelar ciertas contradicciones del poder. 

Mucha gente te tiene miedo por el hecho de llevar una cámara o grabadora, sin embargo la mayoría de las personas que trabajan en diferentes instituciones públicas, entienden que los reporteros son «un mal necesario», al que consideran útil cuando necesitan dar a conocer un mensaje a la comunidad.

Otros, te tratan con relamida lambobería cuando quieren hacer su trabajo de relaciones públicas o mercadeo de imagen. No me hace gracia lidiar con gente de este tipo que por su lentitud o tontería atrasan mi trabajo, pero es la dinámica que tenemos y poco o más queda que adaptarse a lo que existe.

» Nuestros asambleistas» que escriben la Ley de comunicación estas cosas no las problematizan, probablemente porque no las conocen.

El acceso a la información debe normarse claramente, porque lo que escribimos o grabamos en un medio es lo que la mayoría conoce de la realidad diariamente, con todas las limitaciones, aciertos, burradas y mala o buena voluntad que la prensa pueda tener o que se le quiera endilgar con diferentes propósitos.

Aunque la relacion suele ser compleja con los voceros de comunicación de cada institución, la cosa avanza. Lo realmente lamentable es que existen otras personas que se inventan leyes, normas y excusas, solo para ocultar ciertas realidades. Y que estas personas luego defiendan la democracia y la libertad, cuando les conviene.

Esta historia me ocurrió a mi en mayo del 2011 .La recuerdo con cierta tristeza porque sé que en este episodio la prepotencia fue avalada por completo.

El problema, creo, no es que la Dirección de Mercados del Municipio de Guayaquil, me prohíba entrar con una cámara en el Mercado Central,porque el hecho que me lleva trae hasta este lugar es mucho más grave que la necedad de un funcionario frente al trabajo periodístico .

La historia empieza con una llamada:

Tres comerciantes dicen: Nos sacaron del Mercado Central, ¿Podemos hablar con usted? Ya pusimos la denuncia en la Defensoría del Pueblo.

Resulta que fueron re ubicados y no están de acuerdo, ahora tienen que irse al Mercado de las Cuatro Manzana. Algunos se fueron voluntariamente y otros no. «Nos daban un ticket y al que no lo cogia le tomaban fotos» cuenta un vendedor de legumbres.

Recorro el lugar con un fotógrafo, el 60% de los vendedores siente miedo porque en el nuevo lugar, dicen , las ventas no son buenas y no quieren perder su clientela que llega con facilidad al centro de la ciudad en cualquiera de las líneas de buses que cerca del lugar circulan.

Ellos no saben mucho de mercadeo pero explican que la «plaza» es importante al momento de ofrecer un producto. «Mis caseros ya me conocen de aquí, ¿Cómo van a llegar a las cuatro manzanas si no hay ninguna línea de bus que los lleve directamente allá, entonces tienen que caminar por esas calles y el sector es peligroso?.

Mas tarde voy a dar una vuelta por ahí y confirmo lo que me dijeron, no hay un alma en este nuevo mercado, no hay buses que te dejen cerca y el lugar si «pinta como zona».

Los parámetros de mercadeo no son tomados en cuenta por la administración de mercados municipal que está decidida a moverlos de su plaza original, aunque todo lo que diga el vendedor sea cierto y otros comerciantes en el nuevo sitio se debatan entre la queja y la desesperación porque los clientes no acuden en el porcentaje que ellos necesitarían para obtener ganancias, es decir, que los caseros no encuentran facilidades para acceder a las cuatro manzanas. Incluso, así todos estuvieran equivocados, no existe una asamblea ciudadana donde las partes en conflicto puedan interactuar.

El rumor que circula como fantasma por el mercado, sostiene que quieren vender este predio a buen precio por su buena ubicación. Eso no esta confirmado pero tiene cierto sentido.

El problema claro sobre este asunto es que a la mayoria de los guayaquileños no les importa. Tenemos 30 centros comerciales para distraernos, miles de peliculas idiotas con finales predecibles para enchufarnos y cientos de reflexiones sobre autores extranjeros para realizar en los circulos intelectuales.

La forma de escribir los ejes y enfoques del periodismo tradicional y la cortedad de visión de ciertos editores provoca que esta historia no pueda ser contada en un medio en los términos que aquí la pongo (aplausos para los fanzines) porque el gonzo como género es un pecado que lastima la pretendida objetividad de los medios que luego dicen defender la democracia y los intereses de las mayorías.

Pero, mas allá de las apreciaciones histéricas que conforman este texto, volvamos a la historia…

-Ya se fueron los que venden carne y pollo y están con problemas. Y ahora a los que hablamos con una radio ayer para quejarnos, el administrador del mercado nos mandó a tomar fotos dice otro comerciante.

Ya vamos por el puesto de manzanas y frutas cuando un tipo me dice: aquí esta prohibido tomar fotos, venga a la oficina del director del mercado: Carlos Robalino para que hable con el. El cuarto del director es pequeño y sin ventanas. Entramos y cierran la puerta.

Ahi esta Carlos, el que según los comerciantes ordena que documenten sus rostros cuando se quejan con la prensa, me dice: Usted tiene que pedir permiso al municipio si quiere tomar fotos en el Mercado Central.

-Contésteme una pregunta, le digo, este espacio es público o privado.

-Es del Municipio. Me contesta.

-Entonces yo no puedo tomar fotos del lugar porque la categoría «del municipio» lo hace privado.

-…..(se calla)…

Lo que el tipo no quiere que mostremos, aunque ya lo hemos registrado porque esto ya nos ha pasado antes, es que hay largos espacios vacíos en el mercado, antes ocupados por los vendedores reubicados.

Señor, este mercado es público, solo hay tres razones para que usted me puede prohibir hacer una cobertura periodística en un espacio publico y aquí no se cumple ninguna. No hay menores en peligro, no es un asunto de seguridad nacional y no estamos poniendo la integridad de alguien en peligro.

El tipo se lanza a reir. ¿Y usted que se cree abogada? ¿Usted es periodista o abogada que se sabe la ley? Me dice despectivamente.

-No, saber mis derechos no me hace abogada. ¿Por qué cree eso? ¿Las leyes solo les sirven a los abogados? le contesto.

-/(Pensativo se rasca la cabeza) Mire, igual vaya y pida el permiso al municipio y después regrese. Esas son las ordenes que a mi me han dado.

No le digo nada. Y me voy. Este tipo no va a entender que el sentido y el espíritu documental de una foto en espacio público se pierde con toda la burocracia de sus permisos inventados e ilegales.

Le pregunto un par de cosas sobre la reubicacion y el asegura que esta situación se produjo por motivos de sanidad. La gente que me busco tiene en sus manos, dos planos con una propuesta para mejorar su espacio de trabajo en el que han laborado por décadas. Eso no importa.

Aquí hay «reglas» que como infantes tenemos que obedecer sin razonar: el vendedor acata lo que dice el dueño del mercado ahora convertido en un espacio privado. El periodista se larga con su camara y pide un permiso que se demorara minimo un dia. Tiempo suficiente para ocultar los espacios vacios y las huellas de los puestos trasladados.

Dos días después los mismos comerciantes me buscan para mostrarme una grabación realizada con un teléfono móvil. Jaime Nebot visito las cuatro manzanas para decirles en onda muy política que colocara un PAI en esta zona y conversara con la CTE para que disponga que una linea de buses pase por el lugar.

Lo dice entre gritos y aplausos.

Han pasado tres meses y de eso no sabemos nada. Todo sigue igual en esta ciudad llena de libertades y derechos llamada Guayaquil

La Mujer del Aviador