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Los afiches estaban pegados en los muros. Las invitaciones a la inauguración repartidas. Las entrevistas en los diarios, publicadas. Pero una semana antes de la apertura en Lisboa de P-Town, una exposición de Joao Pedro Vale y Nuno Alexandre Ferreira, se informó que la muestra había sido cancelada.

¿Cancelada? Llamemos a las cosas por su nombre: censurada.

Les cuento: la Compañía de Seguros Tranquilidade decidió convertirse en mecenas y convocó a tres galerías para auspiciarles una exhibición. La Galería Filomena Soares escogió a Vale y Ferreira y envió el proyecto a Tranquilidade. Hicieron presupuestos. Recibieron el dinero. Repartieron las invitaciones. Montaron la exposición. Y llegaron los problemas. Alguien de la compañía fue a mirar y se escandalizó con la temática de la exposición. Falos y más falos. Se armó. No importó el dinero invertido ni las difusión lanzada. Había que salvaguardar el "buen nombre". Y la tranquilidad.

El papel de mecenas de la aseguradora da risa. Joao Pedro Vale es un nombre reconocido en las artes plásticas portuguesas y, sí, toda su obra está cruzada por la temática homosexual. Es famoso por haber filmado "Hero, Captain and Stranger", su visión de Moby Dick como una eterna orgía homosexual interrumpida de cuando en cuando para arponear a una ballena. Tranquilidade dice que la exposición "no compartía los valores de la empresa". Si la filosofía era "es mi plata y solo sale lo que yo quiero", debían comenzar por averiguar quiénes eran los artistas auspiciados y cuál era el espíritu de la muestra, no enterarse una semana antes de la apertura. Y podían quedar como unos mecenas 'cool'.

Confieso que a mí la historia no me sorprendió. Hace dos años, en Braga, la Policía confiscó todos los ejemplares de un libro porque en la tapa reproducía el famoso 'L'origine du monde', de Gustave Courbet. La pintura de una señora sin ropa interior, acostada y de piernas bien abiertas, era un atentado a la moral para los policías. Ni hablar de la razón por la cual José Saramago se fue a vivir a Lanzarote, resentido con su país: el Gobierno se negó a presentar "El Evangelio según Jesucristo" al Premio Literario Europeo porque era "ofensivo" para la tradición católica de Portugal. ¿Cómo se le ocurría escribir que Jesús le hacía el amor a María Magdalena?

A veces creo que Portugal necesita acostarse en el diván y hablar sobre su relación con papá Salazar, sobre la represión en los años de dictadura, sobre los traumas no superados respecto al cuerpo y la sexualidad. Aún quedan en las calles aquellas viejas señoras que crecieron en la dictadura, todas vestidas de negro, de la cabeza a los pies, tapadas y de ceño fruncido. Mujeres que ocultaron su cuerpo para ser modestas en un país donde la iglesia católica recuperó influencia gracias a un 'joint venture' con el dictador, aupando una aparición a tres pastorcitos en un pueblo cerca de Lisboa.

Claro que Portugal no está solo. La censura ocurre aquí, allá, en todo lado. Más ejemplos de las últimas semanas: la presión para que la Ópera de Israel cancele una producción porque su director tiene en su hoja de vida una representación 'antisemita' de 'Moisés en Egipto', de Rossini. Y, en Estados Unidos, una campaña contra la portada del disco WTC 9/11 del compositor Steve Reich, por mostrar las torres del World Trade Center mientras era atacado.

De vuelta a Portugal, la gente de Tranquilidade no podrá dormir tranquila, a pesar de su alocada intervención de última hora. Ya no será conocida por auspiciar 'indecencias', a partir de ahora tendrá la marca de ser intolerante frente a la obra de un famoso artista homosexual.