Decía quien probablemente fue el mejor periodista económico del s.XX, Henry Hazlitt, que “La Economía se halla asediada por mayor número de sofismas que cualquier otra disciplina cultivada por el hombre”. Exploremos 4 sofismas que se suelen repetir en reuniones sociales y sesiones de gabinete ministerial pero que no tienen asidero en la ciencia económica (no tienen consistencia interna) ni en la historia humana, con respecto a la actual recesión que viven los Estados Unidos de Norteamérica.

1.- La codicia de los banqueros

Se dice que la crisis actual, cuya profundidad se reveló con el estallido de la burbuja inmobiliaria a finales del año 2008, tiene su origen en la avidez de los banqueros y financistas. Aquellos, se dice, prestaron agresivamente para hacer negocios fáciles sin importarles las consecuencias sociales e incluso tal vez beneficiándose de la posterior debacle.

Cabe preguntarnos, ¿no eran codiciosos los banqueros hace 10 años? Es muy improbable que los banqueros hayan cambiado su composición como grupo humano (es decir, si esa industria atrae a gente a la que “sólo le importa el dinero”, lo viene haciendo desde que existe banca formal desde hace 3.500 años). Pero si los banqueros son lo que son, me atrevo a decir que en términos generales sí son gente ambiciosa (lo cual no es malo) y hábil financieramente pero no particularmente buenos ni malos como individuos. Pero está bien, asumamos que los banqueros son una clase especial de personas que no sólo son ambiciosas sino advanced/langs/en.js" type="text/javascript"> codiciosas en el peor sentido. ¿Cómo esa codicia que siempre ha estado ahí, va a causar crisis a veces sí y a veces no? Claramente necesitamos una mejor explicación.

Soltemos nuestro primer dato histórico sobre las crisis bancario-financieras en los EEUU: antes de la existencia de la Fed –el cartel privado que hace las veces de banca central en ese país, no había crisis como las actuales sino “pánicos” que ponían en tela de duda a ciertos bancos -algunos quebraban- pero en 1-2 años en promedio la confianza en esa industria se había recuperado. Y además dado que no quebraban todos los bancos, una buena parte de las industrias seguía operando normalmente.

Ahora las crisis son de media década o más, con un elevado desempleo de recursos y talento humano y para colmo, con salvatajes de los peores a costa de un inocente resto de la sociedad. Ciertamente estamos en una peor situación independientemente de la calidad moral de los banqueros, por razones que son estructurales y al ser “lo que cambió” sí son variables que pueden explicar los cambios.

2.- La especulación de los especuladores

Para empezar es necesario decir que toda acción humana es especulativa. Todos somos especuladores pues intentamos anticiparnos a eventos futuros de forma en que maximicemos nuestros aciertos y minimicemos nuestros errores. Si sabemos que mañana el peso colombiano se va a devaluar frente al dólar, es absolutamente natural que queramos comprar dólares hoy y volver a comprar pesos cuando se hayan devaluado. Especular es simplemente tratar de anticiparse a los cambios en el entorno. Alguien a quien se ha malinterpretado y maltratado también en los cocteles y eventos sociales, Charles Darwin, nos hablaba de que la adaptabilidad es lo que distingue a las especies exitosas. Darwin, por cierto, jamás habló de “supervivencia del más fuerte”. En realidad la evolución aplica también a las instituciones humanas: sólo las más aptas prácticas y conductas, sobreviven en entornos cambiantes.

Los especuladores al anticiparse a los cambios, hacen jugadas que nos permiten a todos los demás comprender cómo va a cambiar ese entorno. Fueron los más especuladores de entre los ecuatorianos quienes primero se pasaron al dólar cuando vieron que el sucre era una mala apuesta como depósito de valor (una de las tres funciones del dinero). Al igual que un revendedor de boletos, el especulador cumple una función bastante benéfica y bastante malcomprendida en la sociedad judeocristiana: se anticipa para vendernos bienes valiosos a un precio que refleje mejor la situación. El revendedor de boletos compra por mí los boletos y me espera en la puerta del partido o del concierto y pagando una prima por sus servicios (el sobreprecio) ya no necesito preguntarme si conseguiré boletos. No hay reventa de boletos en industrias como la aeronáutica donde la propia empresa “administra la demanda” (en jerga de marketing) porque vende temprano barato y tarde, caro.

Fueron especuladores en EEUU quienes compraron papeles de hipotecas a los bancos porque parecían una buena inversión y también fueron especuladores quienes perdieron mucho dinero cuando se reveló que había muchos préstamos impagables (“subprime”, tóxicos). Pero desde luego si la especulación existe en cualquier entorno y es simple adaptación –pues no todos nos adaptamos a los cambios al mismo tiempo y los primeros tienen una recompensa- entonces pasemos al siguiente argumento para analizar si los especuladores en este caso particular estuvieron en la raíz del problema.

3.- La falta de regulación

En noviembre de 1999, Clinton (Demócrata) y un Congreso de mayoría Republicana, aprueban la desregulación parcial del sistema bancario estadounidense. A este evento se le suele culpar por el boom artificial de las punto-com y 8 años después el de la vivienda en los EEUU, debido a los dos elementos anteriores (codicia de los banqueros y especulación de los especuladores). Sin embargo y como ya habíamos mencionado, el gran despegue de países tan exitosos como Suecia y EEUU ocurre cuando no sólo no había ninguna regulación (no “desregulación parcial”) sino que no existía un banco central (es decir, la propia producción de dinero como bien, estaba en manos de la sociedad civil). ¿Cómo es posible que haya habido menos crisis cuando había menos regulación? ¿No contradice eso el hecho de que esta crisis haya ocurrido en la década posterior a la desregulación de Clinton?

En realidad el sector bancario ha estado regulado a favor de ciertas élites financieras (para evitar que la gente retorne al oro, para evitar que la gente saque el oro de un país a otro, para evitar que se use otro dinero sino el aprobado oficialmente). No hay una ausencia de regulación en ningún punto pasado 1913 sino todo lo contrario: una altísima regulación que inhibe la competencia (la propia Fed como ya se dijo, no es un banco central sino un cartel o club exclusivo de ciertos bancos que le venden dinero a cambio de deuda, al resto del gobierno de EEUU). En otras palabras, los EEUU han pasado de la no-regulación (recordemos, los banqueros en su interacción hacían quebrar al deshonesto en sus prácticas) a una regulación parcial o total pero siempre a favor de las elites financieras: esas que nunca quiebran, que siempre devalúan y siempre salen ganando aunque pierdan las grandes mayorías. Sobre este particular –la influencia de ciertos banqueros, no todos, en la estatización del dinero y en la concesión de privilegios abusivos que no tienen ninguna otra industria- es preciso revisar “Dinero, Crédito Bancario y Ciclos Económicos” del prof. Jesús Huerta de Soto. La codicia de los banqueros y la especulación de los especuladores son fuerzas constructivas (hacia el ahorro y hacia el equilibrio entre oferta y demanda) pero las regulaciones a favor de ciertas elites financieras les ha puesto a trabajar parcialmente en nuestra contra. Sin embargo y a pesar de eso, no han causado crisis en el pasado ni en el presente. El poder de provocar crisis generalizadas sólo la tiene una institución, de la cual hablaremos a continuación.

4.- Es una crisis del Capitalismo y como tal inevitable

El negocio de un banquero es lograr un delicado equilibrio entre el pasivo (los ahorros de sus clientes) y el activo (los fondos prestados a quienes toman créditos), para permanecer en el tiempo. Antes de la consolidación de un sistema de bancos centrales como si fuera la cosa más normal del mundo, cuando un banquero se comportaba mal (imprimía más dinero que el oro o plata que le respaldaban o prestaba lo que nadie le había depositado) el resto de bancos vía una cámara de compensación –al final del día los bancos cruzaban cuentas y se exigían traslados de oro por lo que el otro había girado en cheques y pagarés- le ponían en aprietos. En otras palabras un sistema de free-banking (como el que tuvo Suecia entre 1830 y 1903 o los propios EEUU en su era de mayor crecimiento económico (desde cuando Andrew Jackson vetó la continuación del National Bank en 1832 hasta que se creó la Fed en 1913) castiga los malos comportamientos. Y esto es cierto del mercado como mecanismo económico en general: en claro contraste con los mecanismos políticos del Estado, los que actúan con malicia o yerran demasiado en el mercado, salen de esa actividad. Las quiebras son un sistema de saneamiento permanente, liberando recursos y talentos para que quienes dirigirían mejor las iniciativas, se hagan cargo de ellos.

En 1974 Friedrich A. Hayek, a su vez alumno de Ludwig von Mises, recibe el Premio Nobel de Economía por tesis desarrolladas por ambos para explicar la interrelación de los fenómenos sociales, económicos y políticos. En particular, la tesis Mises-Hayek sobre las crisis económicas es la siguiente: cuando los bancos privados (generalmente aupados por los bancos estatales) prestan fondos que nadie ahorró en realidad previamente, se generan “booms” (auges) artificiales que necesariamente traerán “busts” (recesiones) posteriores. Lo más interesante que vieron estos pensadores de la Escuela Austriaca es que la fase de recesión es en realidad una fase de saneamiento. Al igual que luego de una borrachera (que se siente bien) viene la resaca (que se siente muy mal), el dinero fácil provoca situaciones engañosas que luego traen la liquidación (cierre, venta) de proyectos erigidos sobre arenas movedizas.

La propia existencia de un Banco Central es un indicio inequívoco de que ese territorio ya no es capitalista en uno de los elementos esenciales. El dinero es el bien que toca todos los bienes y proyectos -personales, familiares, empresariales- y cuando es socializado (estatizado, se vuelve un medio de producción en manos del Estado) es igual que si el Estado monopoliza la producción de panes. Allí donde tendríamos panes de distintas calidades y precios, encontramos ahora un solo dinero de mala calidad: el dinero fiat. Y ese dinero fiat (creado de la nada) es inyectado en el sistema bancario “para impulsar la economía” enviando señales tremendamente distorsionantes a los habitantes de ese territorio. En otras palabras, un banco estatal destruye la sangre misma de una economía: el dinero. Y con el dinero de mala calidad viene el ahorro ficticio inyectado en los bancos distorsionando el precio más importante de toda economía: la tasa de interés. La tasa de interés es el precio del ahorro, es decir, refleja el corto o largoplacismo de una sociedad en cierto momento. Cuando esa tasa de interés es intervenida directamente (tasa máxima) o indirectamente (inyección de ahorro ficticio) toda la estructura de proyectos y planes de una economía se sube a una montaña rusa cuya caída será inevitable.

Pero la actual recesión no es sólo el saneamiento que inevitablemente debía llegar luego de las malas inversiones provocadas por la política expansiva del dinero y el crédito ficticio de la Fed a cargo de Alan Greenspan. Es también la inyección de más dinero fiat (QE1 y QE2 de Bush-Obama) que nubla y diluye aún más la claridad de precios que necesita una economía para volver a emplear plenamente sus recursos. Agreguémosle a esto una paralela burbuja educativa (sí, causada por el Estado al inyectar educación fiat) que divorció los precios de la educación de los salarios que podían obtenerse una vez graduados, y entendemos por qué cientos de miles de estadounidenses no hallan empleos como los que quisieran para poder volver a trabajar. La crisis, perfectamente evitable sin un boom artificial originario, destruyó muchos empleos Google y dejó en su lugar muchos empleos McDonald’s. Con expectativas de que “todo va a volver a la normalidad” y sin reconocer que ahora EEUU es un país un poco más pobre, no habrá conciliación en el mercado del empleo.

Conclusiones

Citábamos al inicio de este artículo a Hazlitt. Ese periodista nos invitaba a pensar en los efectos de cualquier fenómeno económico no sólo para un grupo y no sólo ahora sino para todos los grupos y en el largo plazo, y así poder entender su naturaleza. En este caso, las los atajos al paraíso (dinero fácil, ahorro ficticio) terminan provocando crisis para liberar recursos mal asignados en el auge previo. En realidad una economía sólo puede crecer en base a ahorro e inversión reales, aunque demore un poco más el proceso con bases realmente sustentables. La crisis actual no se debe a la codicia, especulación, falta de regulación (sí a su exceso) ni a deficiencias del sistema capitalista. La crisis actual no es sino una crisis de malos diagnósticos y peores recetas en manos de las tecnocracias gobernantes.