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Si la decisión de presentar a La maja desnuda dependiera de Melvin Hoyos, el Prado, Madrid y el mundo se perderían de verla.

Resulta que esta pintura, hecha por encargo entre los años 1790 y 1800 retrata a una hermosa mujer desnuda, -gordita, como les gustaba en esa época, antes de la incursión de Twiggy en las pasarelas y de la anorexia y la bulimia como modelo a seguir -, recostada mirando directamente al observador.

Era 1800 y la maja, no solo miraba, sino que, horror de horrores, aparece sonriente y feliz de mostrar sus encantos tal como la cigüeña la trajo al mundo, pero, aun hay mas, el desadaptado de Goya, presentaba por primera vez en una obra de arte el vello púbico. La santa inquisición en 1814 secuestro a la pobre maja por "obscena" y le inició un juicio a Goya quien se salvó, por que en esa época, igual que en estos días, "el que tiene padrino se bautiza", y el padrino de don Francisco eran nada mas y nada menos que el cardenal don Luis María de Borbón y Vallabriga, un pelucón pero de los "buenos" y con acceso directo al círculo rosa de esos tiempos.

La obra se la mantuvo durante muchos años fuera de los ojos del gran público, en una sala reservada y de acceso restringido en la Real Academia de San Fernando y recién a inicios del siglo pasado, en 1910 se la presentó en el Prado.

Así es la cosa mis amigos, uno repasa la historia y sonríe pensando en lo ridícula que era la censura, a todos igual que ahora, les encantaban los desnudos, pero tapiñados, solo los iluminados tenían acceso al cuartito de atrás, los demás, a ver La maja vestida, que era la misma pelada pero con ropa.

Menos mal que Melvin no trabaja en el Museo del Prado.